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El ciclo de las promesas sin fin
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abril 19, 2022

El ciclo de las promesas sin fin

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Mientras que el populismo necesita enemigos, reflexiona el filósofo político Jan-Werner Müller, la democracia requiere oposición. Y es oportuno recordarlo cuando quienes se arrogan tal función resultan mudos e invisibles, incapaces de brindar luces y un camino a seguir a pesar de la urgencia de los tiempos que corren, que nunca antes resultaron tan vertiginosos ni de tan monumental gravedad.

Una oposición política efectiva, realmente conectada con el pulso de la nación, no puede apagar su voz; está obligada por su propia naturaleza a debatir, denunciar, orientar a la opinión pública y, sobre todo, a proponer los distintos caminos que permitan concretar los posibles escenarios futuros en los que el país trascienda sus limitaciones y desarrolle todo su potencial. Más aún cuando quienes disfrutan del poder caminan dando tumbos, carentes de un proyecto que integre a las mayorías, y sin la voluntad para afrontar los grandes problemas que aparecieron tras el arribo de la pandemia y que se sumaron a los que ya permanecían sin solución desde mucho tiempo antes.

Que quienes se autoproclaman como “líderes” de la oposición, luego de casi tres años de la administración que gobierna y de 25 meses de pandemia, anuncien con bombos y platillos que se reúnen para establecer una hoja de ruta para buscarle soluciones a las dificultades del país, resulta de un cinismo sólo comparable a la comicidad que conlleva el despiste de tal tardanza.

Durante los dos últimos años, el país- al igual que el resto del mundo- ha estado sometido a las acometidas destructivas del Covid-19; decenas de miles de empresas cerradas, centenares de miles de puestos de trabajo perdidos, el resto de los trabajadores sometidos a suspensiones de contratos o al desmejoramiento de salarios y condiciones laborales, miles de muertes y el aumento vertiginoso de la pobreza. ¿En algún momento se ha escuchado de estos “líderes opositores” siquiera una propuesta medianamente realista y bien estructurada que aportara respuestas y posibles soluciones a los problemas afrontados por la mayoría? ¿En algún momento salieron del rejuego puramente electorero y propusieron algo que no fuera producto de la acostumbrada demagogia?

Las distancias y el tiempo se acortan para entrar a la carrera electoral. Y, como es habitual, el populismo más descarnado despierta y se toma anticipadamente el escenario. De aquí en adelante, lo que no faltará serán las promesas para ganarse el voto de los que presten oídos; y la repentina preocupación por los problemas del país dará pie a los más absurdos proyectos con los que se pueda ganar el favor popular. A partir de este momento, la tarea fundamental es endulzarle los oídos al electorado y sacarle el voto de la cartera: ahí está la reunión de los “líderes opositores” para confirmarlo.