Contaminación

Panamá rumbo a convertirse en paraíso de contaminación

Contaminación del aire visible en una gran ciudad Foto: EUROPA PRESS

Mucho esfuerzo le ha costado a quienes se han tomado la tarea de combatir la idea de que Panamá es un paraíso fiscal. El argumento de los mismos en la actualidad se centra en intentar demostrar que en los países que nos mantienen en sus listas grises, realizan actividades típicas de los paraísos fiscales.

A nivel internacional, sin embargo, se ha venido acuñando la idea que desde el punto de vista ambiental algunos países merecen el calificativo de paraísos de contaminación. Este concepto, de acuerdo con Philippe Aguion, “se refiere a países que se especializan en actividades de producción contaminantes o que atraen empresas multinacionales especializadas en la producción e innovación contaminante”. A esto se podrían añadir los países que, utilizando medios de distracción, tratan de hacer pasar por una transición energética supuestas soluciones que a largo plazo no resuelven los problemas vinculados al sobrecalentamiento global.

Es claro, a nuestro juicio, que el gobierno de turno, en una concepción carente de un verdadero compromiso con el cuidado del medio ambiente, está moviendo al país en una dirección que lleva a convertirlo en un verdadero paraíso de contaminación. En lo que sigue se desarrollan brevemente algunas pruebas de esta afirmación.

Hace poco tiempo atrás el presidente de la República, en un acto dirigido a intentar convencer a la ciudadanía de las supuestas bondades de la minería metálica a cielo abierto, anunciaba que su gobierno había llegado a un acuerdo con la empresa que explota el cobre en nuestro país.

Esto se hizo olvidando, o no queriendo reconocer, que, como es sabido, la minería a cielo abierto implica importantes y significativos daños ambientales y humanos. Los costos de los mismos son prácticamente permanentes e incalculables, ya que son inconmensurables en términos monetarios. Tal es el caso de los impactos que afectan la salud humana, generan muertes, impactan negativamente la biodiversidad o implican la contaminación de las aguas y del aire.

El presidente, en el acto dirigido a justificar la posición gubernamental, destacó que el país recibiría a cambio una compensación de cerca de 400 millones. Incluso desde el punto de vista de la economía tradicional, sostenida sobre el dudoso concepto de productividad marginal, que de manera sistemática deja por fuera los costos ambientales, lo cierto es que estos B/. 400.0 millones no parecen expresar el aporte de los recursos naturales a la producción que se exporta. Esta cifra representa apenas el 9.4% del valor de las exportaciones esperadas este año. Esto es más cierto en un ambiente en el que el precio

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