Cuando el 21 de febrero de 2022, el vicepresidente y ministro de la Presidencia instaló oficialmente una de las tantas mesas que alumbran la historia de este país, los objetivos eran claros: enfrentar el excesivo precio de los medicamentos y el desabastecimiento de los mismos en la Caja de Seguro Social y en el Minsa. “Vamos a evaluar la situación para presentar al presidente de la República una propuesta específica para atender el costo y desabastecimiento de los medicamentos”, expresó en ese momento la entonces ministra de salud encargada, que hacía parte de la comparsa que integraba dicha mesa, junto a la ministra de Gobierno, la ministra consejera para temas de salud pública, el director de la Caja de Seguro Social y otros personajes más, entre los que figuraba el Contralor General de la República.
Cuatro meses después, la propuesta alumbrada en dicha mesa no resuelve ninguno de los problemas. Contrariamente a lo esperado, de manera notoria y con éxito, logra dejar intacto el perverso oligopolio que asalta impunemente los bolsillos del consumidor con precios excesivos y que, en adelante, tendrá entre sus víctimas a la CSS por medio del programa Medicamentos Solidarios. Porque cada vez que la institución, por culpa del acostumbrado desabastecimiento, no supla los medicamentos requeridos por los asegurados, terminará pagando en las farmacias locales hasta diez veces el precio a que se venden los mismos en países cercanos del área.
Que la propuesta resultante de tan infructuosa mesa técnica no enfrentara los problemas de fondo del desabastecimiento y los altos precios de las medicinas confirma las sospechas populares: los tentáculos de los beneficiarios del criminal negociado farmacéutico llegan a alturas insospechadas en el entramado gubernamental, al punto de lograr darle la vuelta a una crisis descomunal y transformarla en una nueva fuente de ingresos. Porque, al final eso es Medicsol: el más reciente botín del oligopolio farmacéutico criollo.