La arrogancia nunca resulta ser buena consejera, y en la desastrosa receta que mantiene al borde del precipicio al alcalde capitalino, aquella es uno de los principales ingredientes. La falta de transparencia, de consulta ciudadana y una serie de disparatados e inoportunos proyectos desconectados de las necesidades de los habitantes del municipio, han rebasado los niveles de paciencia que se podrían tolerar ante tan descomunal incompetencia y falta de respeto demostrada por el mencionado funcionario.
Desde la mañana del pasado miércoles 20 de abril comenzó el proceso de recolección de las 198 mil 920 firmas- el 30 por ciento del padrón electoral de las elecciones del 2019- que exige el Código Electoral para que se convoque a un referendo revocatorio contra la máxima autoridad municipal. Una vez lograda la cantidad de firmas solicitadas, el Tribunal Electoral cuenta con un plazo máximo de tres meses para llamar al señalado proceso que, a su vez, exige una mayoría simple de 50 por ciento más uno para retirar del puesto al alcalde.
Las normas panameñas permiten la revocatoria por iniciativa ciudadana para alcaldes, representantes y diputados electos mediante la libre postulación. Para este caso en particular, los ciudadanos pueden acudir a firmar en la sede del Tribunal Electoral, en los kioscos ubicados en supermercados y estaciones del Metro, y a través de la aplicación disponible para tal fin.
En la historia política local no se registra ningún hecho parecido, porque las pocas revocatorias realizadas se dieron por medio de los partidos políticos. Esta sería la primera por iniciativa ciudadana. Sin embargo, no se puede obviar que, en las presentes circunstancias, conlleva el riesgo de un cuchillo de doble filo: de no obtenerse el número de firmas necesarias, este fracaso será tomado como un espaldarazo por el personaje en cuestión que, al sentirse consolidado en su autoritario poder, reasumirá su arrogancia y volverá con más bríos a las andadas. De fracasar este intento de revocatoria, el resto de la gestión alcaldicia podría superar con creces la obstinación, el absurdo y la desconexión vistas hasta el momento.