“Pluralitas non est ponenda sine necessitate”, reza el postulado que traducido a lenguaje llano y simple significa “la pluralidad no se debe postular sin necesidad”. Cuando el fraile, filósofo y teólogo inglés, Guillermo de Ockham, lanzó esta perla al mundo, buscaba establecer que al momento que dos teorías, en igualdad de condiciones, tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser la correcta.
El fraile inglés era adversario de la complejidad injustificada e innecesaria; abogaba por la aplicación, cuando era posible, de las soluciones más sencillas. Aunque no dejaba de advertir- en la que fuera bautizada 200 años después de su formulación como la navaja de Ockham- que “la explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera”. Con esto, el valor del principio como método radica en enfocarse en las opciones más simples y, en caso de no resolver el problema, ir ensayando otras con un mayor grado de complejidad.
La navaja de Ockham ha demostrado su eficacia a lo largo del tiempo y, en un mundo cada vez más complicado como el presente, resulta una herramienta poderosa cuando de buscar soluciones se trata. Por ejemplo, en un problema como el de las acostumbradas reparaciones que se requieren en los planteles educativos del país antes del inicio de cada año lectivo. ¿Cuántos millones se destinan en este renglón específico y cuánto tiempo se invierte, además, en el proceso: desde las licitaciones hasta que se ejecuta la reparación? ¿Cuánto de esos daños y de esas pérdidas son a causa del robo y el vandalismo sufrido por las instalaciones?
Allá por la década de los setentas y ochentas, para los estudiantes era común la figura del popular “guachimán” – o guachimanes, porque por lo general cada escuela contaba al menos con dos de ellos-. Era la figura de autoridad que se encargaba de velar por la integridad de la escuela durante las noches: mantenía a raya a los potenciales vándalos y ladrones, brindando la seguridad que cada mañana los asistentes a la escuela o colegio lo encontrarían en las mismas condiciones en que lo dejaron el día anterior. Confrontar en la balanza el costo de esta planilla de guardianes y las multimillonarias erogaciones causadas por las repetitivas reparaciones anuales bien podrían encaminarnos a una solución efectiva y sencilla que signifique infraestructuras mejor conservadas y menores gastos en restauraciones. La navaja de Ockham bien podría cortar por lo sano con ese problema de vieja data.