A pocos días de iniciar el mes de febrero y en medio de una variante de Ómicron que impacta de manera exponencial colocando las estadísticas de los infectados en 10,500 diarios, nos lleva a pensar ¿cuál será el siguiente paso?

El sector empresarial exige y profesa la recuperación económica, mientras que el gobierno “suda frio”, ante el temor que el sistema de salud no pueda responder a las necesidades de la población por los posibles contagios, gracias a las celebraciones del CARNAVAL DEL ÓMICRON.

Las recomendaciones hechas públicas por el Doctor Julio Sandoval, quien en misiva enviada al ministro de Salud, propone la suspensión de las fiestas del Dios Momo, para evitar la proliferación de los contagios de la variante Ómicron, que es lo más acertado y lógico en este momento.

Sin embargo, las actuaciones gubernamentales dependen de los intereses de los más poderosos, quienes ven con color verde todo su entorno. Por tanto, es claro que aún las autoridades están esperando llegar a un punto de equilibrio que no desencadene una nueva disputa pública entre empresarios y el gobierno, por oficializar la suspensión de los Carnavales.

Es por ello, que el debate se centra entre “el dinero versus las vidas”, y aunque suene extremista es la realidad. Por algún motivo que aún no termino de entender las personas han ido gradualmente perdiendo el respeto a la vida y a la salud de las personas.

Llevándonos a vivir una superficialidad social, de la cual se desprende la indiferencia con los problemas del prójimo. Transformándonos en personas sin sentimientos, sin compasión y claro sin valores.

Una sociedad donde no nos importe los ciudadanos, y que solamente veamos cifras o números, atenta contra los principios, valores y postulados que inspiraron el nacimiento la República.

Al final de todo día tras día se sigue escribiendo la historia, y todos estos actos nos servirán para reflexionar y para que sea objeto de estudio por las futuras generaciones.