El narcotráfico. ¿Y ahora la culpa es nuestra?

Foto: qimono en Pixabay

La industria del alcohol es mucho más grande que el de las drogas. En el mundo más personas mueren por los efectos del alcohol y el tabaco que por la cocaína, la heroína y el crack, quizás las drogas más perjudiciales.

Cuando se produce una operación como las más recientes con nombres rimbombantes los medios de comunicación se encargan de darle una exagerada notoriedad y buscan analistas como el suscrito para dar una opinión sobre lo acontecido y sus efectos.

Muchas veces recogen con pinzas lo más sensacionalista y obvian lo sustancial de los planteamientos emitidos. En Estados Unidos según estadística producidas por las autoridades hay 1.9 millones de consumidores de cocaína.

Algunos considerados regulares y otros ocasionales. Estados Unidos tiene una población que rebasa los 300 millones de habitantes. Unas 5000 personas mueren cada año por sobredosis de cocaína. Sólo en México se producen al año 30,000 asesinatos de las cuales 25,000 están relacionados con el narcotráfico. Y México tiene apenas una tercera parte de la parte de la población de los Estados Unidos. Hay muchas más muertes en los Estados Unidos por los efectos del alcohol y del tabaco.

Sin embargo, ambas industrias están legalizadas y extremadamente protegidas por lobbyistas. Mejor que las tabacaleras lo han hecho las licoreras. Su lema ha sido “Beba Responsablemente” trasladando con ello cualquier responsabilidad al consumidor y no a los fabricantes de licores. Visto desde esta perspectiva los satanizados somos nosotros los países del sur por un problema con sus orígenes en Estados Unidos y Europa donde residen los 19 millones de consumidores regulares o ocasionales de la cocaína.

Trasladar una responsabilidad del Norte al Sur ha sido la dinámica de dominación y de hegemonía de Occidente. Somos nosotros los narco-estados, los narco-lavadores, los productores de coca, la justicia que no impera, la corrupción política, la infiltración del narco en la vida social y política.

Todo por el afán de evitar que a los 1.9 millones de estadounidenses o 19 millones de occidentales no le llegue el producto que demandan. Pero sí les llega el alcohol, el tabaco y los opioides que distribuyen las casas farmacéuticas creando otro tipo de narco dependencia legalizada. Estas empresas y personalidades propietarias de ellas a su vez engrasan las instituciones académicas, científicas, partidos políticos, lobbyistas y se constituyen en los mecenas del arte y la cultura.

Operación Fisher y Damasco

Ahora veamos la operación Fisher y Damasco. Los Estados del Sur especialmente México y América Central tienen serios problemas de la desigualdad social. El poder político lo sabe y a la vez tiene dos herramientas para apaciguar cualquier inestabilidad política. 1. La emigración. Que la población insatisfecha y sin opciones emigre a los Estados Unidos es una válvula de escape y un estabilizador.

Los que se van se convierten a su vez en un generador de ingresos al Estado por vía de las remesas. El valor de las remesas personales recibidas como porcentaje del producto interno Bruto para el Salvador es de. 24.1% del PIB. Honduras 23.5%, Guatemala 14.8%. Y uno se pregunta porque la gente no emigra a El Salvador, Honduras y Guatemala, ¿pero si a los Estados Unidos?. Pues hasta el más pobre sabe donde están las oportunidades.     Es la globalización de la mano de obra, un elemento del capitalismo global que se quiso evitar, pero resulto inevitable.

No puede existir globalización de las economías sin movilización del recurso humano. La segunda herramienta es el comercio ilegal donde incluimos el negocio de las drogas.   Donde hay demanda se produce la oferta y por pecaminoso el resultado también los Estados se hacen de la vista gorda cuando la desigualdad impera.

Lo único que se mide es el nivel de violencia y lo único preocupante son esas estadísticas.  Mientras la ilegalidad funcione sin violencia, los Estados donde la desigualdad social impera se hacen de la vista gorda. De otra forma la presión recaería sobre el poder político.

Ahora veamos la situación de la Provincia de Colón. La más propensa a convertirse en una Narco Provincia. Costas, Puertos, miseria, desencanto y oportunidad. La mayoría de los involucrados en el narcotráfico local provienen de sectores populares y de clase media baja. Esos son los expuestos en la mayoría de las detenciones, ordenes de captura etc.  El camino para salir de la riqueza o las privaciones en una sociedad de consumo es a través de la actividad relacionada con las drogas.

Cada quien hace su propio análisis de costo/beneficio y vivir el presente en comodidad o con algunos bienes materiales, aunque estén fuera del promedio de vida del panameño.   Morir de viejo con privaciones a vivir algunos años muy bien.

Análisis costo/beneficio.

Panamá, al narcotráfico al crimen organizado le cayó muy bien. Posición geográfica, puertos, dos mares. El elemento humano para emprender esta actividad se ha ido consolidando. Hay que reconocer el ingenio detrás de todo esto. Ha requerido la permanencia de la DEA y otras organizaciones europeas en territorio panameño para hacerle frente.

Esos buchíes o negros o como despectivamente se les quiera llamar han sabido penetrar los circuitos logísticos del comercio internacional y buscar los puntos débiles. Si la droga a Europa sale por los puertos de contenedores panameños tomen nota, hay una posible solución.  Todos los contenedores pasarlos por rayos X.

De hacer esto se interrumpen todos los canales logísticos del comercio mundial y las manufactureras y distribuidores se quedarían sin materiales, repuestos o productos para continuar sin detenimiento sus ciclos de producción venta.

Detener los barcos transitando el Canal para su revisión produciría enormes disrupciones al comercio internacional.  Esos mismos países que hoy acusan a Panamá serían los primeros en pedir moderación. El capitalismo global debe funcionar como reloj.

Hay sectores de la población en todos los países desde México a la América Central, Colombia, Perú y Bolivia, quizás también Venezuela sumados a estos circuitos del narcotráfico. Como leí recientemente en un libro del periodista Martin Caparrós “Ñamerica” sacar mil sacos de naranjas de la selva boliviana al mercado principal y te pagan $1 el saco no te alcanza para vivir.  No te queda otra que sembrar coca.

En Colombia el número de hectáreas de coca sembradas se ha triplicado desde el 2010.   También aumentó en Bolivia y Perú. La América latina en realidad es la víctima de este tráfico y si el consumo no se controla en las sociedades de bienestar donde estar bien y adquirir un poco de placer está supeditado al narco dependencia. Analicemos fríamente el tema y dejemos de jugar el juego de los poderes hegemónicos. ¿Y ahora la culpa es nuestra?

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