Los problemas no desaparecen simplemente cerrando los ojos ante ellos: mucho menos se resuelven ignorándolos. Con esta actitud únicamente se logra posponerlos engañosamente un lapso de tiempo durante el cual crecen y se complican hasta su inevitable reaparición, cuando los esfuerzos requeridos para afrontarlos también han crecido y se han tornado de dimensiones colosales.
A lo largo de los últimos meses, la violencia callejera ha tomado ribetes preocupantes y los clamores ciudadanos exigiendo soluciones han sido constantes; sin embargo, los funcionarios sobre quienes recae la responsabilidad se han limitado a brindar excusas y explicaciones insustanciales sin dar muestras de estar a cargo de la situación y de poseer una estrategia para afrontar la cuestión. Ya no hablemos de tener soluciones porque las últimas semanas han dejado muy claro que la crisis rebasó sus capacidades y la tarea les ha quedado grande.
El tiroteo ocurrido en una discoteca de la localidad donde perecieron cinco personas y otras seis resultaron heridas, inició un fin de semana alarmante durante el cual fueron encontrados, además, en las cercanías de Cerro Patacón, en Guna Nega, los cadáveres de tres personas atadas y amordazadas. A las pocas horas del mismo día, en la Cabima fue ejecutado un joven por unos sicarios que llegaron conduciendo una moto al taller donde se dio el asesinato. Y, por si no bastara con todos estos crímenes, dos cadáveres fueron encontrados en las proximidades del puente sobre el Río Chico, en el distrito de Natá, en la provincia de Coclé. Hasta el pasado sábado, el mes de octubre acumulaba 43 homicidios, 10 de los cuales ocurrieron en el lapso de unas 24 horas.
Esta violencia desbocada no es producto de la imaginación ciudadana, tampoco puede ser reducida a un simple asunto de percepción. Los hechos y las subsiguientes estadísticas son contundentes: la inseguridad reina en las calles del país y la violencia se ha entronizado dentro de las fronteras nacionales. Es hora de exigir acciones al respecto y que las autoridades pertinentes abandonen sus excusas. ¡Porque la estabilidad del país está en juego!