Las emociones encontradas en los Paralímpicos de los soldados de Afganistán

Antiguos soldados que sirvieron en Afganistán, hoy atletas paralímpicos, tienen sensaciones encontradas en Tokio: han visto recientemente cómo ese país caía en manos de los talibanes mientras se preparaban para colgarse una medalla.

«Ha sido un poco difícil concentrarme sobre lo que debo hacer», señaló el australiano Curtis McGrath, que logró el oro el viernes en canotaje, asegurando que le cuesta escapar a la actualidad.

El doble campeón paralímpico de 33 años pone todo su «corazón» del lado de los afganos «que corren el riesgo de estar privados de su libertad».

Perdió sus dos piernas hace nueve años en la explosión de un artefacto en una misión en zona de insurrección. Pero dice estar «satisfecho» de su contribución al país.

Las voces de los veteranos de Afganistán reconocen semanas duras tras la toma de Kabul por parte de los talibanes. Entre ellas, la velocista italiana Monica Contrafatto, que entra en competición el sábado.

 ‘Mi corazón se rompió’ 

«Mi corazón se rompió», señaló en el diario Le Messaggero esta atleta de 40 años, que perdió su pierna derecha en un ataque con disparos de mortero en 2012.

«Me sentí mal al ver las escenas (de la toma de Kabul), pensaba en ellas día y noche. Después dejé de ver la televisión para no distraer mis pensamientos de la competición, explicó Contrafatto.

Este tipo de reacciones es la más habitual entre los antiguos militares que coinciden en Tokio. Por ejemplo Micky Yule, de 42 años, antiguo soldado con los brazos llenos de tatuajes y acento de Edimburgo, sin piernas desde 2010.

«No miro la actualidad, tenía demasiadas cosas importantes que hacer», señala el medalla de bronce en halterofilia.

Mismo tipo de respuesta de su compatriota Stuart Robinson, campeón paralímpico de rugby en silla de ruedas.

«Para mí es una página de mi vida pasada hace algunos años», señaló este antiguo soldado de 39 años, de brazos musculosos, que perdió sus dos piernas en una explosión en su cuarta misión, en 2013.

«Toda la situación en Afganistán ha tenido un efecto enorme en los veteranos que sirvieron allí», señala a la AFP el psicólogo Colin Preece, que trabajo en el pasado para el equipo paralímpico británico.

‘Emociones negativas’ 

«La actualidad afgana ha provocado emociones negativas en muchos, les ha recordado la guerra y las cosas que los antiguos combatientes vieron durante sus misiones», explica Preece, que trabaja con la asociación de ayuda a los veteranos ‘Help for Heroes’.

Este grupo dice haber apoyado a 25,600 soldados y a sus familias, entre ellos tres atletas paralímpicos heridos en Afganistán y que han conseguido medalla: Micky Yule, Stuart Robinson y Jaco Van Gass, oro en persecución individual y velocidad por equipos, que perdió su antebrazo izquierdo por un lanzacohetes.

Además de este trío británico o del australiano Curtis McGrath, otros veteranos heridos en Afganistán han logrado podios en Tokio: la ciclista estadounidense Shawn Morelli, oro en la modalidad del kilómetro de ciclismo y plata en persecución, así como su compatriota Alfredo de los Santos, bronce en relevos en ciclismo de manos en ruta.

Algunos de sus éxitos se explican por los paralelismos entre la vida de militar y la de deportista de alto nivel.

«Hay que tener determinación y valentía», dice Preece, especialista en la gestión del estrés y de la mejora del rendimiento. «Hay que fijarse objetivos y tener un alto nivel de motivación», añade.

Esta es una de las razones que explica la cantidad de podios de veteranos de Afganistán. Un número que puede crecer.

En los 100 metros (categoría T63) el sábado Monica Contraffato espera «una medalla» para dos países: «En mi corazón represento a la vez a Italia y Afganistán».

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