La ballena en el espejo

Como el salto de una ballena que, de súbito, emerge con fuerza a la superficie y dibuja un arco sobre las aguas antes de caer estruendosamente salpicando todo alrededor, así mismo surge, cada cierto tiempo, la vieja interrogante: ¿son los políticos el reflejo de sus pueblos? Al caer sobre la superficie del debate público, la pregunta empapa de dudas a todos los que forman parte del mismo, sobre todo porque en estos tiempos la clase política no resulta el mejor modelo a seguir.

En sociología existe el principio de la “masa crítica” que apunta a la cantidad necesaria de personas para que un fenómeno particular se haga realidad. Es así que las modas, las ideas, los prejuicios se imponen: todos tienen que ser compartidos por una masa crítica para convertirse en realidad. Con los gobernantes electos sucede otro tanto; no llegan al poder por un golpe de suerte o por arte de birlibirloque sino como resultado de la decisión de cada individuo al momento de depositar su voto: sin presiones, por voluntad propia, solo con su conciencia al momento de ejercer su derecho al sufragio. Y aunque luego pretendamos culpar al sistema, a la situación del país, a la educación o a la llegada de las carabelas de Colón, somos completamente responsables de quiénes ocupan las sillas presidenciales y las curules.

Hoy en la Asamblea Nacional se instauró un nuevo período legislativo y el espectáculo de la elección de la nueva junta directiva no pudo ser más lamentable. Al momento de la votación para designar a los afortunados, la falta de argumentos, la pobreza de lenguaje y de pensamiento resonó desde una frontera del país hasta la otra. Al tenor de justificaciones como “porque somos del mismo tono de piel voto por fulano” o “porque soy mujer mi voto es para aquella” o “porque nacimos en el mismo barrio voto por mengano” se ejecutó el proceso.

En esta ocasión, lo único notable fue la ausencia total de propuestas en una institución cuya única finalidad parece ser desangrar las arcas de la nación sin sentir la obligación de redituar algún servicio provechoso al país.

En las pasadas elecciones nacionales, una masa crítica de ciudadanos dio forma a esa institución carente de la más mínima credibilidad, por tanto, en mayor o menor medida, cada uno de sus integrantes reflejan a este pueblo por mucho que cueste admitirlo. Toca asumir responsabilidades y elevar los criterios y expectativas la próxima vez que acudamos a las urnas a elegir a quien mejor represente nuestras propuestas y esperanzas ciudadanas. Sólo así evitaremos que el próximo salto de ballena logre empaparnos de dudas.

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