La jueza Dabney L. Friedrich, de Washington, explicó en un dictamen de 51 páginas que las acusaciones de que el expresidente y varios de sus altos funcionarios habían conspirado para abrirse camino y hacerse una foto eran demasiado especulativas.
Una jueza federal estadounidense desestimó este lunes la mayor parte de las demandas presentadas en un caso contra el expresidente Donald Trump después de que agentes del orden desalojaran por la fuerza a manifestantes pacíficos frente a la Casa Blanca en junio de 2020.
La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y otros grupos de derechos civiles estadounidenses acusaron en junio de 2020 al entonces presidente y a altos funcionarios de violar los derechos constitucionales de los activistas de Black Lives Matters (Las vidas negras importan) y de manifestantes individuales.
La jueza Dabney L. Friedrich, de Washington, desestimó la mayoría de las demandas presentadas contra Trump, explicando en un dictamen de 51 páginas que las acusaciones de que el expresidente y varios de sus altos funcionarios habían conspirado para abrirse camino y hacerse una foto eran demasiado especulativas.
«Estas acusaciones, tomadas como verdaderas, no muestran suficientes ‘eventos, conversaciones o documentos que indiquen un acuerdo o reunión de mentes’ entre los demandados para violar los derechos (de los demandantes) basados en (su) pertenencia a una clase protegida», escribió.
También desestimó el intento de los demandantes para obtener una orden judicial que exija al gobierno que cambie sus prácticas de uso de la fuerza contra los manifestantes.
Friedrich, designada por Trump en 2017, sí permitió que siguieran adelante los litigios que cuestionaban las restricciones federales a las protestas en la plaza Lafayette, justo enfrente de la Casa Blanca, así como contra los organismos policiales locales que apoyaban la operación.
El 1 de junio, manifestantes indignados por el asesinato del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco de Minnesota, se reunieron en la plaza Lafayette, que se acabó convirtiendo en el foco de las protestas contra el racismo en Washington.
La iglesia episcopal de St. John, situada frente a Lafayette Park, había sido pintada con grafitis y dañada en un incendio durante las manifestaciones de la noche anterior.
Las fuerzas del orden obligaron a los manifestantes a retroceder con bolas de pimienta y bombas de humo antes de que Trump se dirigiera a la iglesia para hacerse una foto.
Trump posó con una Biblia en el exterior del edificio, apenas unos minutos después de prometer el envío de miles de soldados fuertemente armados para detener las manifestaciones.