El presidente colombiano, Iván Duque, denunció este viernes que el helicóptero en que viajaba fue atacado con disparos, cerca de la frontera entre Colombia y Venezuela, pero que el «dispositivo aéreo» de su seguridad evitó que ocurriera «algo letal».
«Es un atentado cobarde donde se ven impactos de bala a la aeronave presidencial», dijo el mandatario en un mensaje enviado a través de los canales oficiales.
Duque viajaba a bordo junto a sus ministros de Defensa y del Interior y el gobernador de Norte de Santander, departamento fronterizo con Venezuela.
Imágenes divulgadas por la presidencia muestran varios impactos de bala en la cola y la hélice principal.
El presidente enfatizó que tanto él «dispositivo aéreo de seguridad, como la capacidad» del helicóptero, «evitaron que ocurriera algo letal».
Ninguno de los ocupantes sufrió heridas. Apenas conocida la denuncia, el gobierno de Estados Unidos condenó «enérgicamente el cobarde ataque contra (el) helicóptero». Mientras que la delegación de la Unión Europea en el país expresó su «rechazo frontal y rotundo» a la agresión.
El jefe de la misión de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, también repudió el «atentado» contra la delegación que encabezaba Duque.
Las autoridades no han dicho si los disparos fueron realizados desde Colombia o Venezuela, donde según el gobierno se ocultan disidentes de la extinta guerrilla FARC y rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), última guerrilla reconocida del país.
«Le he dado instrucciones muy claras a todo el equipo de seguridad de ir detrás de quienes dispararon contra la aeronave», adelantó Duque.
«No nos amedrentan»
La comitiva oficial había salido del municipio de Sardinata y se dirigía hacia la ciudad colombiana de Cúcuta, en la línea fronteriza, cuando se produjo el ataque.
El mandatario asistió durante la tarde a un evento en la región del Catatumbo, una de las zonas con más narcocultivos del país, principal exportador de cocaína del mundo.
Disidentes de las FARC, militantes del ELN y otros grupos armados se disputan las rentas del narcotráfico en la zona aprovechando la porosa frontera de 2,200 kilómetros entre Colombia y Venezuela.
Los dos gobiernos rompieron relaciones poco después de la llegada de Duque al poder en agosto de 2018.
Ecuador y Perú, que también comparten con Colombia fronteras sembradas con coca, se sumaron a la condena internacional al ataque, al igual que Chile y Argentina .
«Aquí no nos amedrentan con violencia ni con actos de terrorismo. Nuestro Estado es fuerte (…) para enfrentar esta clase de amenazas», añadió el mandatario.
Se trata del primer atentado contra un presidente colombiano en casi dos décadas. En febrero de 2003 una carga explosiva de 20 kilos oculta en una vivienda aledaña al aeropuerto de la ciudad de Neiva (suroeste) fue detonada previo al aterrizaje del entonces presidente Álvaro Uribe, padrino político de Duque.
El hecho, atribuido a las desaparecidas FARC, provocó la muerte de 15 personas y dejó 66 más heridas.
Frontera caliente
La zona limítrofe con Venezuela está bajo fuego. El 16 de junio estalló un coche bomba dentro de una instalación militar en Cúcuta, dejando un saldo de 36 heridos.
El gobierno responsabilizó al ELN
Duque rompió en 2019 las negociaciones que venía sosteniendo su antecesor, Juan Manuel Santos, con esa guerrilla tras el acuerdo de paz que desarmó a las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tres años antes.
El gobierno ha acusado en reiteradas ocasiones al presidente Nicolás Maduro de refugiar en territorio venezolano a tropas del ELN, que anunció el jueves un relevo en su comandancia.
Alias Antonio García, quien según Colombia también se oculta del otro lado de la frontera, asumió como máximo líder de la organización en reemplazo del enfermo Nicolás Rodríguez Bautista, conocido como «Gabino».
Desde que Duque asumió el poder, el país enfrenta el peor rebrote de violencia desde la firma de la paz con las FARC. El mandatario responsabiliza a los grupos que se financian del narcotráfico por la oleada de masacres que golpea a las regiones apartadas donde se cultiva la hoja de coca.
Con niveles históricamente bajos de popularidad, el presidente conservador también enfrenta fuertes manifestaciones en las ciudades. Decenas de miles de colombianos se tomaron las calles el pasado 28 de abril para protestar contra una iniciativa para elevar impuestos a la clase media en plena pandemia.
Aunque el proyecto fue retirado, la fuerte represión policial avivó las movilizaciones, que aún persisten en Bogotá y ya dejan más de 60 muertos.