La destrucción de un edificio de oficinas de medios internacionales en Gaza o la presunta «manipulación» informativa del ejército israelí están complicando el trabajo de la prensa en plena escalada militar entre Hamás e Israel.
El sábado por la tarde, el propietario de la torre Jala en Gaza, un edificio que alberga las oficinas locales de la cadena de televisión catarí Al Jazeera y de la agencia internacional de noticias estadounidense Associated Press (AP), recibió una llamada para evacuar las instalaciones en el plazo de una hora.
«Y decirlo a los demás ocupantes del edificio porque el ejército israelí va a bombardearlo», explicó en directo en Al Jazeera el reportero Safwa al-Kahlut.
Inmediatamente, los teléfonos empiezan a sonar.
Los periodistas abandonan sus puestos de trabajo, algunos se ponen los chalecos antibalas, toman las cámaras, los ordenadores portátiles y los trípodes y bajan corriendo las escaleras de diez pisos o entran en el ascensor.
Al Jazeera emite en directo una conversación entre el propietario del edificio y un funcionario israelí, pidiéndole diez minutos más para evacuar.
Los periodistas de Gaza se concentran frente a la torre, a cierta distancia para protegerse y filmar la escena. Los minutos pasan. Al-Jazeera emite en directo desde el exterior, con la cámara fija en el edificio.
Y entonces un misil penetra el cemento y una nube de humo y polvo se eleva hacia el cielo. El edificio ya no existe.
Y no es el primero. Esta semana se destruyeron torres en la Franja de Gaza que albergaban oficinas de medios de comunicación palestinos, incluido el canal Al Quds, vinculado a Hamás.
Y cada vez, el ejército israelí ofrece más o menos la misma explicación: los edificios fueron utilizados como escondites por Hamás, que utilizó a los periodistas como «escudos humanos».
Las condenas se suceden. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, habla con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y por la noche aparece en televisión para defender los ataques contra las «torres del terror», asegurando que «no se puso en peligro la vida de los civiles».
El director del Comité para la Protección de los Periodistas, Joel Simon, acusa al ejército israelí de «atacar deliberadamente los locales de los medios para interrumpir la cobertura del sufrimiento humano en Gaza».
En Jerusalén, el mundo del periodismo intenta recuperarse de una noche extraña y algunos temen que los periodistas se conviertan en actores involuntarios del enfrentamiento entre Hamás e Israel.
¿Incursión terrestre?
Poco después de la medianoche del jueves, el ejército israelí envió un breve mensaje a los periodistas en el que informaba de que las tropas de tierra estaban disparando «en» Gaza.
La AFP, al igual que otros medios, se puso rápidamente en contacto con el portavoz del ejército para verificar que las fuerzas israelíes habían entrado efectivamente en el enclave.
La respuesta fue: «Sí, nuestras tropas están en Gaza».
Pero dos horas después, el portavoz emitió una «aclaración»: las tropas «no están en Gaza», y mencionó un «problema de comunicación interna» del que se responsabilizó, sugiriendo que los soldados estaban a unos metros de Gaza pero no dentro.
La última gran operación israelí con tropas terrestres en el enclave, bajo bloqueo e Israel, fue en 2014.
Desde entonces, Hamás ha desplegado una nueva red de túneles subterráneos para que sus combatientes puedan moverse por Gaza a salvo de las cámaras de vigilancia y de la aviación israelí, que espía el territorio.
En la noche del miércoles al jueves, la fuerza aérea y los drones sobrevolaron Gaza para atacar esos túneles subterráneos.
Al día siguiente de los ataques, la prensa local, que no había tenido la «confirmación» de la presencia de soldados israelíes sobre el terreno, evocó otra teoría.
El ejército habría «engañado» a la prensa internacional con la esperanza de enviar a Hamás el mensaje de que las tropas estaban «en» Gaza para que la «primera línea de defensa» del movimiento armado se posicionara en los túneles para enfrentarse a las tropas sobre el terreno, resumió el Jerusalem Post.
Una vez en los túneles, la fuerza aérea israelí los habría bombardeado para matar a un «gran número» de combatientes y destruir así la infraestructura clave de Hamás.
¿Error o artimaña?
El portavoz del ejército aseguró a los corresponsales extranjeros que había cometido un «error» al decir que había soldados israelíes en Gaza, al tiempo que sugería que la «audiencia» de esta información no era la prensa extranjera sino Hamás.
¿Realmente el ejército utilizó a los periodistas para empujar a Hamás a sus túneles y bombardearlos o simplemente se equivocó?
«Indignada», la Asociación de Prensa Extranjera de Jerusalén escribió el sábado a los militares exigiendo una explicación.
En su respuesta, el ejército dijo que había cometido un «error de buena fe» y calificó de «conspiración» la afirmación de «manipulación» hecha por la prensa local.
Jerusalén, Indefinido. AFP