Con la llegada de la Navidad, viene a nuestra mente el recuerdo de niñez, donde nuestros padres nos decían “que debíamos ser buenos para que Santa nos trajera lo que queríamos”.
Recuerdo los programas televisivos que nos promocionaban los últimos juguetes inventados, que eran el anhelo de miles de niños en el mundo. Cuando cadenas de almacenes líderes de la época como Félix, Bon Bini, y Almacenes el Millón adornaban sus escaparates con el hombre de goma, los robot boxeadores, las pistas de autos de carreras con los hot wheels, los carros Tonka, y para las niñas, las muñecas de Repollo, la Barbie con su mundo soñado, y los juegos electrónicos que venían sin baterías por que se vendían por separado.
Que momentos tan inolvidables, aunque creo que les he revelado con estas anécdotas que soy del Siglo pasado.
Esa era nuestra navidad, repaso en mi memoria cuando esperábamos el 25 de diciembre para ir al cine a ver el último estreno que era una hermosa película de temporada, Star Wars, o James Bond, y disfrutar esos momentos con los amiguitos de infancia.
El tiempo hizo su trabajo, todo cambio y envejecimos, lo que antes nos importaba ya no nos importa, no esperamos este diciembre el regalo que nunca nos trajo Santa. Somos adultos, algunos abuelos, esos momentos mágicos lo disfrutan generaciones más jóvenes, los niños y niñas de hoy.
Nos enfocamos en nuestro entorno, en nuestra realidad, y en lo que nos preocupa. En la Salud, la seguridad, en los alimentos, en vivir más, y hacer las cosas bien.
Son muchas las ocasiones que nos sentamos a pensar, ¿qué habría ocurrido si en lugar de haber tomado tal decisión habría tomado otra? Esta pregunta nos la hacemos todos los días, en nuestra vida diaria.
Lo hacemos cuando elegimos mal, y pensamos que nos equivocamos, por tomar una elección que no era la indicada.
Cuando compramos el pantalón que no nos gustaba tanto, cuando elegimos un plato en un restaurante que no resulta ser tan bueno como lo apreciamos en la foto del menú, o cuando elegimos a un gobierno que no resultó ser lo que esperábamos.
Hoy me detengo a pensar como ese niño que era hace 43 años atrás, que espera el presente navideño, que un hombre de 53 años quisiera. Me atrevería a decir que esta es la carta de navidad de muchos ciudadanos en el mundo, “Querido Santa, quiero vivir en un país, donde haya prosperidad y no haya pobreza, donde no haya criminalidad y para eso necesitas crear muchas fuentes de empleo para que lo hijos de esas personas puedan estudiar y recibir el regalo que ellos también quieren. Deseo que nadie este enfermo y si alguien lo está, pueda ir a un hospital y curarse, porque tenemos un sistema de salud envidiable. Quiero que en Panamá haya justicia, que se respeten los derechos y no que se pretenda condenar a personas sin un juicio justo. Santa te pido que siempre haya medicinas para los abuelitos, que además reciban su pensión y sus bonos a tiempo, para que ellos también sean felices. Quisiera también que nuestra educación sea la mejor, dotando de las herramientas modernas a los niños de todo el país, para que cuando ellos sean grandes, puedan hacer crecer a Panamá. Y finalmente Santa, quiero pedirte que nos regales a todos los panameños un gobierno humano, identificado con los problemas de todo su pueblo, que se trate a la población con respeto, que sean transparentes en sus actuaciones, que no tiñan con dudas lo que hacen.
Asegúrate que ese gobierno no venga con las baterías de las que se venden por separado porque sino nunca funcionara. Trata que funcione con el sol, porque los últimos que hemos tenido, seguramente alguien ya uso la carga de esas baterías o vienen defectuosas de fábrica.
Santa, se que estoy pidiendo mucho, pero la verdad, es necesario. Además, te recomiendo que verifiques en tu fábrica de juguetes, y hables con el encargado de ensamblar el juguete de los gobiernos, porque algo está haciendo mal, las últimas producciones vienen defectuosas con escándalos, y unas actualizaciones de corrupción, que no me gustan.
Feliz Navidad.