Allá en el horizonte lejano

Si quieres ser rico-reza un viejo proverbio chino-, primero tienes que construir el camino. Y a tono con la sabiduría milenaria de su gigantesca nación, el presidente Xi Jinping anunció en noviembre de 2014 el ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, que implica la creación de dos rutas comerciales- una terrestre y otra marítima- que recorrerían desde Asia Central hasta el corazón de Europa, conectando en el camino con ciertos enclaves comerciales de África.

La iniciativa es un vasto plan de acuerdos comerciales y construcción de infraestructuras que incluyen puertos marítimos, aeropuertos, carreteras y gasoductos. Significa, también, un esfuerzo monumental de colaboración en las áreas de energía, finanzas, ciencia, tecnología y -por supuesto- I+D (investigación y desarrollo).

Durante los próximos 50 o 100 años, China tiene programada al detalle, la estrategia y los pasos a seguir para invertir alrededor de 900 mil millones de dólares y convertirse en la primera potencia económica y política del mundo.

Extraordinario ejemplo de estrategia y planificación del futuro para nuestras naciones, tan dadas a la improvisación y al corto plazo.

En nuestro país, ante la inminencia de cumplir los 200 años de independencia, se ha convocado el denominado Pacto del Bicentenario con el objetivo de elaborar un proyecto de carácter nacional que nos imprima un renovado rumbo.

Hasta el momento se han recibido cerca de mil 490 propuestas en la plataforma digital Ágora, luego que la visitaran cerca de 23 mil ciudadanos. El tema de la educación encabeza el interés nacional con un 16.9 por ciento, mientras que en del estado equitativo marca un 15.3 por ciento. Le siguen en orden de interés los temas de economía post pandemia (9%), acceso y cobertura universal (8.7%), agro y seguridad alimentaria (6.7%), cultura (6.3%), protección del ambiente y biodiversidad (5.1%), acceso al agua (4.0%) e inclusión (4.0%).

Resultaría muy beneficioso publicar la totalidad de las propuestas recibidas para estructurar de esta manera una imagen detallada de las preocupaciones y las proyecciones de futuro que palpitan en el alma nacional. La construcción cuidadosa de esta imagen de país moldeada con las ideas, las expectativas y los proyectos que surjan de tal ejercicio alimentarían la imaginación para que se multipliquen las ideas que requerimos para la creación de la nación soñada.

Un propósito como el de la reconstrucción nacional no puede ser supeditado a un breve período de tiempo. Un par de meses no bastan para imaginar el futuro que este país exige en todos los órdenes. Y tampoco puede circunscribirse a una pequeña minoría y menos a un partido o administración gubernamental.

El nuevo país que soñamos requiere del esfuerzo y la creatividad de todos. Y exige que trascendamos los intereses de quinquenios electorales y comencemos a actuar pensando en los próximos veinticinco años, o – ¿por qué no? – en los próximos cincuenta.

 

Comparte esta Noticia
Escribir Comentario