Urge una institución única para alimentos

Los ciudadanos exigimos buen trabajo a nuestras instituciones de gobierno. Queremos que estén ahí para cuando ocurre un desastre o reviente una epidemia. Y también para que nos protejan de los peligros ambientales y nos ayuden a llevar una vida sana.

Pero, ¿qué sucede cuando estas instituciones tienen su propia agenda y entran en conflicto unas con otras? Por un lado, el MIDA tiene la misión de ayudar a los agricultores a obtener ganancias, y al mismo tiempo promueve la producción de alimentos no rentables, incentiva el uso de plaguicidas y patrocina una política de regulación de precios. Y al final termina como una institución cuyas políticas agrícolas muchas veces fomentan enfermedades que cuestan millones de dólares al año, enfermedades que el MINSA por otro lado intenta abordar porque en gran medida son prevenibles con mejores estilos de vida y hábitos de alimentación más saludables.

Durante años hemos tenido instituciones que se pisan las mangueras en aspectos relacionados con el sector alimentario, cada una con su propia cultura burocrática y su propia agenda política, compitiendo por los mismos recursos y velando por sus propios intereses. Al punto que académicos, consultores y expertos ya han recomendado que se rompa este círculo caótico y se implante una institución única para gestionar políticas alimentarias con un enfoque más ilustrado y más integral.

Sabemos que la cadena de alimentos está compuesta por muchos sectores. En el MIDA participan Sanidad Vegetal y Sanidad Animal, además de sus instancias de cuarentena y vigilancia. En el MINSA están el DEPA y Saneamiento Ambiental. En el MICI está la DIGENTI para temas de normalización y acreditación. Y además está la AUPSA para supervisar los alimentos importados. Pero también está Mi Ambiente para definir las políticas ambientales y los estándares de calidad de suelo, agua y aire, pero Mi Ambiente no maneja la conservación ni el buen uso de las tierras agrícolas. Igualmente está el MINSA para diseñar las pautas nutricionales de los alimentos y estudiar el efecto de las dietas en la salud de la población, pero son el MEDUCA y la ACODECO los responsables de fiscalizar las normas dietéticas y educar a la población. Y aunque el MIDA unilateralmente decide los rubros y las cantidades para sembrar y producir en el campo, el DEPA autoriza los registros sanitarios de los alimentos fabricados en la industria y Saneamiento Ambiental verifica los alimentos preparados en hoteles, restaurantes y fondas.

Como vemos, esto es un perfecto caos. Y por eso hay que corregirlo de inmediato. Hace años cuando éramos comisionado de la CLICAC, hicimos una presentación en Tierras Altas a un grupo de productores sobre la conversión tecnológica para enfrentar la entrada de productos importados. En esos tiempos, nadie sabía mucho sobre conversión tecnológica y no podía pensar en una mejor manera de aprender que prepararme para una charla con los mismos productores. El punto máximo de la presentación llegó en el primer minuto cuando le pedí a cada uno de los productores que imaginara cómo sería una política alimentaria racional para el país. Recuerdo que todos al final coincidimos en que había que asegurar el suministro de comida para la población a precios asequibles, garantizar una vida digna para los agricultores, proteger a los productores contra los desastres ambientales, producir un excedente para la exportación, promover el bienestar de los consumidores a través del suministro de alimentos saludables y proteger el medio ambiente. Sobre este último punto, los productores señalaron que el gobierno debía fomentar más el consumo de alimentos sostenibles, promover la conservación de suelos y bosques, proteger la calidad del agua y el aire, y educar más sobre la preservación de los recursos naturales y la vida silvestre.

Estamos de acuerdo que es una lista larga y que estos temas se deben abordar y trabajar de manera enfocada y ordenada. Y nada mejor que hacerlo desde un mismo lugar. Para ilustrar lo anterior, valdría el tiempo para analizar el recién formado Ministerio de Cultura que anteriormente se manejaba desde una veintena de instancias gubernamentales, incluyendo el INAC, museos, teatros, bibliotecas, canales de televisión, etc., pero ahora todas esas mismas funciones convergen en una sola institución mucho más integrada y eficiente. Pero pareciera que el caso con los alimentos tiene un componente político distinto y una disputa absurda entre veterinarios y técnicos de alimentos que impiden que los procesos dentro del marco regulatorio de los alimentos se manejen de manera coordinada.

Por un lado, los veterinarios sin la idoneidad decida en ciencias de alimentos, han cogido el DEPA como bastión de trabajo y no permiten ni quieren que allí laboren técnicos de alimentos. Los veterinarios debieran trabajar en lugares donde se requiere su idoneidad como en mataderos, salas de ordeños y otros centros de procesamientos. Incluso pudieran crear clínicas veterinarias municipales en las que en cada municipio se cuente con un veterinario para atender aquellas personas que tienen mascotas pero no tienen recursos para pagar el servicio de un veterinario particular. Pero de nuevo, siempre dedicados a las funciones veterinarias y no para autorizar registros sanitarios de alimentos.

Lo cierto es que el país requiere instituciones que pongan en práctica políticas de manera integral y nunca de forma aislada. Políticas agrícolas que promuevan la salud y protejan el medio ambiente, políticas ambientales que impulsen prácticas regenerativas y sostenibles de reabastecimiento y secuestro de carbono, y políticas de salud que fomenten la producción de alimentos saludables y el consumo de frutas y vegetales. Este sería el enfoque al que debemos aspirar para mejorar nuestro sistema alimentario.

¿Razonable? Creemos que sí. ¿Posible? Sin duda alguna. Lo único que faltaría es voluntad política para poner estos objetivos dentro de la agenda de Estado. Y de paso recomendar urgente a todos los que aún insisten en eliminar a la AUPSA, que piensen en grande y busquen una reorganización institucional que ayude a crecer nuestro sistema alimentario. Tratar porque si de cumplir una promesa de campaña, sabiendo que al hacerlo se enredaría aún más el entuerto que existe, consideramos que además de ser una tremenda irresponsabilidad, el gobierno perdería una excelente oportunidad para recomponer y crear una vez por toda la institución que una vez soñamos para atender los temas relacionados a los alimentos.

 

El autor es empresario

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