Cuando Doña Claudia Rodríguez se le apetece preparar una ensalada, sale al portal de su casa y se interna en un pequeño huerto que ha construido con mucha dedicación, donde tiene sembrado todo lo que requiere: tomates, espinacas, pepinos, cebollines, perejil, ajíes, ajos y culantros. La lista es larga.
En 700 metros cuadrados ha logrado sembrar una diversidad de rubros que le aplaca el hambre, sin tener la necesidad de ir al supermercado. En plena pandemia este huerto flamea esperanza, para esta ama de casa de 62 años, que está convencida que sembrar a pequeña escala es viable, factible y muy rentable para su economía.
El amor por los huertos caseros le llegó hace cinco años a través del programa de Redes Territoriales, adscrito a la dirección de Inversión para el Desarrollo del Capital Humano que desarrolla el ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
A través de este programa aprendió a confeccionar abono y pesticida orgánicos, que aceleran el crecimiento de su huerta, donde también tiene sembrados, otoe, guineos, plátanos, guandú, frutas chinas, naranjillas, papayas y hasta plantas de café.
Claudia nunca imaginó que su huerto casero, ubicado en la comunidad de la Colorada en el corregimiento de Las Mañanitas, le sería de gran ayuda durante la pandemia del coronavirus, ante la imposibilidad de salir de su casa por la cuarentena y el aumento de precios en los productos su huerta le ha traído tranquilidad.
Pero este pedazo de tierra no solo es un termómetro que le indica que su familia consume alimentos frescos y con una buena maduración, también es un espacio donde libera el estrés que le causa el encierro. Todas las mañanas completa una rutina de trabajo que la mantiene ocupada.
“Es como una terapia que me ayuda a canalizar la ansiedad que ha provocado esta pandemia. Siempre tengo algo que hacer en mi casa. Hoy estoy preparando un semillero de ají y mañana quiero hacer otro”, comenta.
Agrega que con toda la atención que requiere un huerto se libera la mente y no solo se piensa es esa enfermedad. Hay una vida que disfrutar a pesar de todo lo que está pasando.
La Directora de Inversión para el Desarrollo del Capital Social, Onelia Peralta Núñez, explica que más de 20 familias de Panamá Este, están desarrollando proyectos agrícolas que les ha permitido producir parte de su comida en sus propias casas.
Estas familias reciben capacitación, asesoría técnica y herramientas para sus proyectos – indica Onelia- el objetivo es acompañarlos a desarrollar una actividad rentable y autosostenible que puedan hacerlo desde la comodidad de sus casas en pequeñas extensiones de terreno.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indica que los huertos caseros generan muchos beneficios, entre ellos, la generación de ingresos monetarios debido a producción de los cultivos fuera de estación; el mejoramiento de la seguridad alimentaria; el aumento de la calidad alimentaria gracias a la mayor diversidad de la ingesta y el mejoramiento del medio ambiente, como consecuencia del reciclado de los desechos, la protección del suelo contra la erosión y la protección de la biodiversidad local.