La situación fiscal que enfrenta el país comienza a pasar factura. A un año del cierre de Cobre Panamá, sus consecuencias sobre la economía panameña comienzan a sentirse.
Standard & Poor’s Global Ratings, conocidad mayormente por sus siglas S&P recortó la calificación crediticia de Panamá, degradándola a BBB- siendo antes BBB. Pese a ello, la calificadora de riesgo de inversión mantuvo una condición estable respecto al grado de inversión del país, aunque a largo plazo.
Lo ocurrido deja ver que el cierre de la mina, cuyas espectativas de ingresos económicos estaban cuantificadas y ahora sencillamente no existen, supone un fuerte golpe para el comportamiento de las finanzas, que se ha ido debilitando paulatinamente.
Ahora, entre el déficit fiscal, los problemas graves que enfrenta el sistema de seguridad social, expuesto en un proceso de reformas necesarias e impostergables, muestra la seriedad del problema.
En el reporte que se hizo público esta semana, S&P advierte que Panamá refleja un debilitamiento de la flexibilidad y el desempeño fiscal «debido al aumento de la carga de intereses que ha aumentado su vulnerabilidad a condiciones económicas adversas».
En otras palabras, destaca la calificadora de riersgo, «el desempeño económico de Panamá es más lento de lo esperado», algo que a su juicio «también podría debilitar la solvencia»; para esto, deben aplicarse controles en los gastos y fortalecer los ingresos.
El cese de operaciones de Cobre Panamá hace un año no midió las consecuencias económicas que tendría sobre el desempeño fiscal del país. Sin esos ingresos, y un crecimiento sostenido de la deuda, S&P deja sentir su preocupación sobre lo que Panamá la carga de intereses que debe afrontar.
La calificadora de riesgo ha señalado que las calificaciones podrían bajar en los próximos 12 o 24 meses, si el Gobierno Nacional no consigue una reducción en el déficit fiscal.