¿Estamos contribuyendo a construir una sociedad con sentido de comunidad y no de comodidad?
¿Qué es la empatía? Es la capacidad de conectarse emocionalmente con otras personas, reconociendo, compartiendo y comprendiendo sus sentimientos y estados de ánimo. Ser empático tiene numerosos beneficios tanto a nivel personal como social. Estos beneficios mejoran las relaciones interpersonales, fomentan la colaboración, reducen conflictos, aumentan el bienestar emocional, desarrollan habilidades, promueven la inclusión y la diversidad. En suma, nos ayudan a reconocer y valorar diferencias, creando entornos más inclusivos y equitativos.
Sin embargo, hoy nuestro país está muy lejos de lograr este escenario. Todos los días nos despertamos con noticias y redes sociales llenas de singularidades, y no de manera positiva. Todo son ataques, insultos y discriminación a todo aquel que no siga la misma línea de pensamiento. Se descalifica; oponerse parece ser el diario vivir.
No hay un punto intermedio, como he sostenido en diferentes artículos. Diríamos que solo tenemos dos colores: negro o blanco, sin tonos de gris. Cada día es más difícil tener una concordancia. Creo que es un problema de forma y no de fondo, porque se juntan todas las situaciones sociales del país. No somos capaces de diferenciar entre bienestar y crecimiento, y desarrollo económico.
Parece ser que la clave del problema está en la individualidad y el egocentrismo que nos rodea, lo que no nos permite abordar los temas con empatía. Si al menos tomáramos tiempo o hiciéramos un ejercicio de valores para ver cómo esta sociedad solo se enfoca en el momento mediático y no en un futuro racional, ecuánime y equitativo, donde la participación y la inclusión nos orienten y sean los faros en la búsqueda de ese futuro.
La empatía tiene dos tipos de respuestas según el doctor en filosofía David Martínez-Pernía, y están basadas en cómo las personas actúan frente al sufrimiento de los demás. La primera respuesta puede ser desarrollar angustia al ver sufrir a otro y sentir la necesidad de alejarse, desvincularse y marcharse. “La segunda es todo lo contrario y consiste en que la persona, además de entender el dolor del otro, se involucra y transforma la angustia en ayuda”.
¿Estamos contribuyendo a construir una sociedad con sentido de comunidad y no de comodidad? A casi un año de las manifestaciones populares, muchas fueron las razones de este estallido social, pero se utilizó un solo argumento para lograr hacer sinergia, aglutinar a las partes y crear lo que en meteorología se conoce como la tormenta perfecta, capaz de acabar con todo a su paso. Claro, después vienen las consecuencias, y como hemos estado viendo y sintiendo, nadie ahora se responsabiliza. Mucho menos se han generado esas respuestas que muchos aseguraban que vendrían para el país.
¿De qué respuestas hablamos? De que podíamos salir adelante sin minería, que el turismo verde compensaría el déficit del PIB, que era solo especulación pensar que la economía y el grado de inversión se verían afectados. Luego vino el ciclo político, y muchos ofrecieron su mejor propaganda política para atraer votantes, pero al final de este período, nada ha pasado y seguimos sumidos en un país con muchas incógnitas sociales, económicas, políticas y ambientales. ¿Dónde quedó la vida digna, no vas, lo bueno vuelve, vamos a rescatar a Panamá, ¿El cambio profundo? La verdad es que todos volvieron a su punto de partida, ahora esperando hasta 2029.
La falta de una verdadera empatía en lo social, económico, ambiental y político que tenemos hoy en día se debe, en muchos casos, a una serie de factores tales como el desconocimiento de los temas; muchas personas no están suficientemente informadas sobre estos asuntos. La falta o escasa educación ambiental que se brinda en los centros educativos, en los diferentes niveles, las prioridades económicas y la falta de compromisos individuales y colectivos. Esto se traduce en la inacción de las autoridades y la falta de compromisos de muchos que desfilaron y argumentaron en el 2023.
Si tomamos en cuenta los argumentos que se esgrimieron para que se diera el cese de las actividades en el proyecto Cobre Panamá, es crucial que aumentemos la conciencia y la educación ambiental. Es necesario fomentar políticas públicas que logren dotar a todos para el desarrollo económico con sostenibilidad, y promover una cultura de responsabilidad y acción colectiva que sea respetuosa, integral y empática con la realidad social, ambiental y económica.
Hoy estamos sumergidos en un mar de esperanzas, incógnitas y con un destino incierto. Cada día cuenta, y para muchos de los afectados ya es poco lo que pueden hacer al no contar con el dinero para el pago de sus compromisos adquiridos, ni con el trabajo que representaba el mejoramiento de su calidad de vida y el motivo de orgullo por ser personas de bien y no una carga para la sociedad.
La pregunta sería: ¿qué se ha pensado para lograr un repunte de la economía y la tranquilidad social, el mejoramiento de la calidad ambiental? Comienzo a buscar y me encuentro con diferentes opiniones, pero veo que son solo eso: opiniones, porque hasta hoy no hemos visto nada concreto. Veamos si es tan fácil como muchos plantearon, con soluciones como diversificación económica, capacitación, reentrenamiento y reubicación laboral, inversión en infraestructuras, apoyo a Pequeñas y Medianas Empresas. ¿Cuáles? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con quiénes?
Creo que recién hoy se ve lo irracional e impulsivos que fuimos, sin medir el impacto y la poca capacidad que tenían los gobiernos para promover, impulsar y desarrollar todas esas iniciativas que, en el papel, se proponen, pero que en la realidad no es tan fácil cumplir. Mucho menos ahora, que aquellos que hicieron alarde de sapiencia y capacidades histriónicas, con falsos argumentos, desinformación y escaso conocimiento de la realidad del sector, impusieron su voluntad, y hoy le han dado la espalda a todas esas personas que fueron afectadas.
Para asegurar un futuro sostenible, la implementación de medidas integrales en los ámbitos social, ambiental y económico es el primer paso. Es necesario garantizar una gestión integral, equitativa, responsable y continua.
Para concluir, les recuerdo: “La empatía es ponerse en el lugar del otro, ver cómo te sentirías si te hicieran lo mismo. Eso es lo que le hace falta a la gente, a muchos y muchas”.