La Universidad Autónoma de Chiriquí se encuentra sumida en una crisis de credibilidad sin precedentes bajo la gestión de su actual rectora, Etelvina de Bonagas. Lo que debería ser un faro de conocimiento y progreso se ha convertido en un ejemplo lamentable de nepotismo, incompetencia administrativa con visos, además, de corrupción generalizada.
El reciente escándalo involucrando la solicitud de más de medio millón de dólares para retiros selectivos es solo la punta del iceberg. Esta acción, que favorece a unos pocos, es un insulto a la comunidad universitaria y a los contribuyentes panameños.
La administración de la actual rectora ha estado plagada de controversias: contratos cuestionables, falta de transparencia financiera y acusaciones de nepotismo. Estos hechos han erosionado la confianza en la institución y han llevado a la Asociación de Profesores a exigir su renuncia.
Mientras la UNACHI ni siquiera figura entre las mil primeras posiciones del ranking universitario global, desmedidos fondos se derrochan en salarios exorbitantes que no se corresponden con logros tangibles. Es imperativo que las autoridades competentes intervengan para restaurar la integridad de esta institución educativa. El futuro de nuestros estudiantes y el desarrollo de Chiriquí están en juego.