Lo contrario del éxito no es el fracaso

Cuando el líder o un miembro de una organización no hace lo correcto, no decide apegado a los valores y no rectifica sus errores, actúa con negligencia. Tarde o temprano, cosechará el fracaso personal o el de su equipo. ¿En qué otros ámbitos podría suceder lo mismo?

Salud física. Los especialistas indican qué alimentación, hábitos de ejercicio y descanso seguir, el cuerpo advierte peligrosos desajustes, pero… “El ser humano pierde su salud para tener dinero y luego gasta su dinero para recuperar su salud”, advierte el Dalai Lama.

Salud profesional. Se desatienden oportunidades para actualizar competencias ejecutivas, conocimientos técnicos, uso de recursos tecnológicos para elevar calidad del desempeño. La obsolescencia circunda y no reaccionar condiciona destinos indeseables.

Salud laboral. Quizás un jefe esté siendo injusto, autoritario, sesgado, pero no es receptivo a la retroalimentación de sus colaboradores. A lo mejor, un miembro del equipo no realiza sus tareas con la excelencia que puede y debe. Ambos recogerán los frutos que siembran…

Salud financiera. Los gastos superan los ingresos, la espiral de deudas crece. La actitud integral se trastorna, afectando parientes, credibilidad y relaciones. “No ahorres lo que queda después de gastar, sino gasta lo que queda después de ahorrar”, opina Warren Buffet.

Salud emocional. Agotamiento mental extremo, insomnio, estrés, miedo, ira, culpa, tristeza, depresión, en algún momento se recibe la señal de que algo anormal pasa, pero la desidia se impone. La inteligencia emocional se resquebraja y luego puede ser muy tarde…

Salud social. Descuidar los amigos, ser indiferentes a las necesidades de la comunidad y no dedicar tiempo a la recreación y al ocio sano, conlleva aislamiento y soledad indeseada. La felicidad se afianza cuando se contribuye a la felicidad de quienes nos importan.

Salud familiar. Se tiene casa, pero no hogar. Poco a poco se acrecientan niveles de estrés, agresividad, frustración y gestión forzada de roles y vínculos. Las conversaciones sensatas se evaden y por no actuar a tiempo se corre el riesgo de romper lazos solidarios y amorosos.

Salud espiritual. Si no se reflexiona sobre el propósito superior de vida, la razón de ser y hacer y sobre los principios más profundos, se puede caer en un vacío de sentido y de dirección de vida, en una motivación equivocada y en la desorientación del esfuerzo diario.

El común denominador en estos riesgos de afectar la salud integral y de perder el disfrute del “éxito” es la negligencia de no hacer lo que se debe y puede en el momento preciso y con los recursos disponibles. Sucede a las personas, a las familias y a las empresas.

“No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia de quien las deja crecer”, dice Confucio. Lo contrario del éxito es la negligencia, raíz del fracaso, ¿cierto?

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