Cuando todo cambia para no cambiar

Estas elecciones nacionales claramente demuestran a un país fraccionado entre varias comparsas compitiendo con su  candidato en busca del poder.

No hay ninguna diferencia ideológica, ni propuestas claras, elaboradas y efectivas para enfrentar los males de la administración pública y los problemas identificados por  los panameños.

El hazmerreír es esa mulatilla de combatir la corrupción y adecentar la administración pública.  Lo vengo escuchando en los últimos cuarenta años.    Acaso no recuerdan esa muletilla “Mas seguridad, Mas empleos, cero corrupción”.    La seguridad empeoró en el periodo 2004-2009.  Solo basta ver las estadísticas de homicidios.   ¿Cero Corrupción?  ¿Como es posible a veinte años seguimos hablando de lo mismo?   Sí, existieron más empleos; pero no tantos como para satisfacer a todos los panameños.  En Panamá en los últimos cincuenta años ha existido una carencia de empleos por la limitada visión de ver al país como centro logístico y de comercio.  Actividades con buenos salarios, pero muy pocos empleos.  Y luego llegó otro señalando : Se puede meter la pata, pero no la mano.   ¿Y qué ocurrió?   Fueron tantas las manos metidas en el erario y hoy casi todo el órgano ejecutivo de ese entonces enfrenta procesos penales por corrupción y lavado de activos.  Y luego llegó otro señalando que su ingreso al palacio presidencial era el retorno de la decencia en la administración pública.      Hoy hasta ese dignatario ha sido catalogado por estado extranjero como “Corrupto” para desgracia de nuestro país.  Con todos estos antecedentes y el nefasto periodo de Noriega ¿qué imagen internacional proyectamos como país? Lamentablemente no tenemos una imagen positiva.    Es nuestra realidad.  El engranaje de la corrupción requiere una reingeniería administrativa para monitorearla e impedirla en el giro ordinario de la administración pública y un cambio de mentalidad en la psiquis social del país.  De todos los candidatos solo uno al mejor estilo de Varela ha señalado su misión de adecentar la administración pública.   Dos de ellos fueron ministros del gobierno más cuestionado en temas de corrupción y otro ya tuvo su oportunidad y ahora dice lo hará mejor.   

Dudo mucho si alguno de ellos entienda la complejidad y la profundidad de los problemas existentes y otros que se avecinan.   Y para serles franco ninguno va a contratar a los mejores talentos del país para gobernar sino a sus allegados, aliados, súbditos y adláteres.  Esa ha sido siempre la tradición política panameña y no va a cambiar.    Los talentos se quedarán esperando la llamada y el gobierno en última instancia implorará  a las instituciones financieras internacionales. Todas ellas cuentan con ilimitados equipos humanos de consultores y armadores de proyectos, instituciones, leyes y programas.

La política panameña es un carnaval y se mueve por pasiones, emociones, impulsos e instintos.  La administración pública es un jolgorio no hay nada serio en ella.   Solo basta ver la fiesta de los auxilios económicos como se reparten a amigos y allegados.  Como se institucionaliza para beneficio de los allegados al poder y sus familiares.  Y como, una institución como el IFARHU satisface con becas y auxilios en primer lugar a sus propios empleados y familiares antes que a la ciudadanía en general.  Todo esto consta como parte del reglamento del IFARHU.  Algo institucionalizado.

El otro día se me apareció una persona preguntándome si tenía algún contacto con el PRD pues entendía que existía un fondo especial para banda gástrica disponible a los partidarios y sus allegados para rebajar de peso.    Entendía que varios funcionarios y sus familiares se lo habían hecho y me mostró fotos en Instagram.   No sé.  Todo es posible en nuestro país.   Cuando la gestión pública es un jolgorio, todo es posible.

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