Mares de corrupción      

Bordeada por dos mares, la vocación histórica de Panamá siempre ha apuntado al desarrollo marítimo. Ahí está el Canal como materialización suprema de esa vocación. Sin embargo, la falta de visión y las miras estrechas han impedido que el país se convierta en la potencia marítima que pudiera ser.

Es un momento crucial para replantear el rumbo. Recientes escándalos de corrupción en la Autoridad Marítima de Panamá ponen de manifiesto un problema sistémico que frena el progreso del sector marítimo nacional. Según un informe de la Contraloría General de la República, en 2021 se registraron irregularidades en el 87% de los contratos analizados. El mismo señalaba que las irregularidades se concentran en los acuerdos relacionados con el abanderamiento de buques, la formación de marinos y la prestación de servicios a la industria marítima. Esto tiene un impacto directo en la capacidad del país para posicionarse como protagonista global en este sector.

Panamá tiene claro potencial para liderar en ámbitos marítimos más allá de su rol en el comercio mundial gracias al Canal. Cuenta con posición geográfica inmejorable, talento humano capacitado y trayectoria en registrar buques bajo su bandera. Sin embargo, los repetidos casos de corrupción transmiten falta de seriedad y ahuyentan la inversión internacional necesaria para despegar.

Es hora de reestructurar a fondo instituciones fallidas como la Autoridad Marítima para garantizar transparencia y rendición de cuentas. También urge adaptar el marco legal para cumplir con estándares globales en la industria. De lo contrario, Panamá desperdiciará su ventana de oportunidad y vocación marítima ante economías emergentes más ágiles.

El desarrollo del sector marítimo nacional es asunto de interés estratégico. Depende de todos exigir la limpieza de casa para que Panamá asuma el liderazgo al que está llamada por historia y por derecho.

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