Mientras los problemas se agravan, las autoridades brillan por su mediocridad. Así se encuentran actualmente los distritos de Panamá y San Miguelito, azotados por graves carencias que sus dirigentes parecen incapaces de enfrentar.
Los ejemplos abundan. El mal manejo de desechos y las calles en pésimo estado son latigazos constantes para los residentes. La delincuencia campea en ambos distritos ante la mirada indiferente de sus autoridades. La falta de luminarias en zonas densamente pobladas incrementa la sensación de inseguridad. Las inundaciones en temporada de lluvias parecen inevitables.
Y mientras estas graves carencias se acumulan, las autoridades están más preocupadas por sus aspiraciones políticas que por buscar soluciones reales. Recientemente, los partidos políticos dieron su bendición para que los actuales alcaldes busquen la reelección en 2024, premiando la mediocridad y dejando de lado el interés ciudadano. Definitivamente, mantener a los mismos funcionarios que no han podido -o no han querido- resolver los acuciantes problemas de sus distritos no parece la decisión más sensata. Es hora de que los partidos escuchen a la ciudadanía y no solo a sus propios intereses. Se requieren caras nuevas, mentes frescas y, sobre todo, vocación de servicio.
Los votantes deben analizar responsablemente el desempeño de quienes hoy ocupan los cargos antes de respaldarlos nuevamente. Exigir públicamente soluciones y reclamar el cumplimiento de los compromisos asumidos también es una obligación cívica.
Panamá y San Miguelito claman por un nuevo liderazgo que enfrente sus deficiencias con decisión, y que anteponga las necesidades ciudadanas a cualquier aspiración personal o partidaria. Cinco años más de letargo e indolencia profundizarán graves problemas que hoy son urgentes, y que mañana pueden volverse irreversibles. La pelota está ahora en la cancha de los votantes: pueden premiar la incompetencia o exigir un cambio. El futuro de ambos distritos depende de esa decisión.