Peña Morán: la sencillez y el talento

Hay quienes creen, como un dogma de fe, que la grandeza y la sencillez no pueden caminar juntas. Hasta que se topan en su camino, en algún momento, con alguien como Fernando Peña Morán, una leyenda indiscutible de la caricatura panameña que destacaba por su inmenso talento, su don de gente y, sobre todo, porque ajeno a los cantos de sirena de la fama y la grandeza artística y profesional que se había forjado con esfuerzo propio, brillaba por su inmensa calidad humana.

Nacido el 11 de julio de 1950, falleció este viernes 15 de septiembre, a los 73 años de edad, dejando como legado una de las más destacadas carreras en la caricatura política nacional, la cual se extendió durante poco más de 43 años.

En una de las muchas entrevistas concedidas a lo largo de su trayectoria, ubicó sus inicios profesionales en junio de 1981 en el diario Crítica, que formaba parte en ese momento de la Editora Renovación, S.A (ERSA). Luego, en diciembre de 1990, mudaría sus caricaturas para el diario El Siglo, donde permaneció hasta agosto de 2009, cuando entraría a formar parte de la redacción de La Estrella de Panamá, diario en el cual laboraba hasta el momento de su deceso.

Además de sobresalir como caricaturista político y de retratos, se dedicó también a la pintura y a la enseñanza. Durante varios años ejerció como asistente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panamá. Y cuando en el año 1982 se creó un curso de caricatura en la Facultad de Diseño Gráfico, nadie con mejores méritos que él para dictar esas clases.

Fernando Peña Morán, indiscutiblemente, deja una estela inolvidable donde se combinan el talento, el trabajo persistente, la vocación y donde destaca su inconmensurable calidad humana: una combinación de características que no resulta fácil encontrar reunidas en una misma persona. Esa valiosa fibra humana, combinada con la vocación y el respeto que siempre manifestó por su trabajo, los dejó evidenciados durante el Seminario Internacional de la Caricatura llevado a cabo en Quito en el año 1987, donde declaró que: “(…) entre las cuestiones más importantes, sobre todo, es que el trabajo que uno hace es hacia el país, hacia la comunidad; no se puede olvidar que uno forma parte de esa comunidad y que se tiene una misión y una responsabilidad con ese pueblo y esos lectores que siempre esperan algo positivo de uno”.

¡Descanse en paz, Maestro!

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