La tragedia que conmovió al mundo

Han pasado ya 22 años. Más de dos décadas después, lo ocurrido un 11 de septiembre de de 2001 remueve nuevamente la fibra más sensible de los seres humanos, que en todas partes del mundo vivieron la tragedia con temor y estupefacción.

La ceremonia celebrada este lunes en la llamada «zona cero», punto exacto donde se ubicaban las imponentes Torres Gemelas en Nueva York tuvo un punto importante con el anuncio hecho por la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, acerca de la identificación de dos víctimas de la tragedia.

Los avances de la ciencia permitieron que mediante test ADN, haya sido posible identificar a un hombre y una mujer, con sus nombres y apellidos. Los familiares de ambas víctimas decidieron que sus nombres no se hicieran públicos. El hallazgo eleva la cifra total de víctimas del atentado a 3 mil 597, restando más de mil restos humanos por identificar.

Cada persona en el mundo estaba haciendo algo al momento en que ocurrió el trágico evento. Un padre que en su día libre estaba jugando con su pequeña de cuatro años, relató cómo una imagen cambió su vida para siempre.

«Jugábamos y veíamos el televisor. Comencé a cambiar los canales en busca de un programa infantil, cuando me detuve en una transmisión en vivo. Una de las torres gemelas había sido impactada por un avión».

Mientras veía las imágenes, la idea de cómo se produjo el accidente comenzaba a tomar forma en su mente; pero solo dos minutos después, vio como otro avión se estrellaba con la otra torre.

«Eso no es un accidente, no puede ser que dos aviones choquen con las torres gemelas en solo cuestión de minutos. Debe ser algo más». Su principal temor llegó cuando uno de los reporteros en la escena confirmaba que se trataba de un ataque terrorista atribuido al grupo Al Qaeda.

Como él, alrededor del mundo fueron masivas las expresiones de horror ante lo que parecía algo salido de una película de espanto.

Hoy, 22 años después, el 11 de septiembre es un día como era aquel 11 de septiembre de 2001. En Estados Unidos, sin embargo, la fecha jamás pasa desapercibida, con banderas a media asta, y un acto en el que se lee el nombre de cada uno de los fallecidos.

El mundo no es el mismo desde ese martes de hace 22 años. Y no lo será jamás.

 

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