Los océanos representan un enorme potencial económico que la humanidad apenas comienza a aprovechar. Según un reciente estudio, actividades como el turismo de cruceros, la acuicultura y la instalación de cables submarinos han crecido aceleradamente en las últimas décadas, en lo que se conoce como la “Aceleración azul”.
En 2016, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimó que la economía oceánica mundial generaba 1,5 billones de dólares en 2010, cifra que proyectaba se duplicaría a 3 billones en 2030. Por su parte, el director de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, valoró este sector en 2,5 billones de dólares para 2022.
Estados Unidos no es ajeno a esta tendencia al alza. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) reportó que en 2018 la economía oceánica del país aportó 373 mil millones de dólares al Producto Interno Bruto nacional, equivalentes al 1,9 por ciento. Además, respaldó 2,3 millones de empleos directos.
Entre 2014 y 2015, el sector creció 5,7 por ciento, más del doble que la economía estadounidense en general. Algunos estudios sugieren que la influencia real de las actividades marítimas es aún mayor al consignado en cifras oficiales.
Frente al potencial de los océanos, países como China, México y Canadá han realizado fuertes inversiones en clústeres tecnológicos oceánicos, buscando liderar esta nueva frontera. Estados Unidos procura no quedarse atrás en la carrera por dominar un sector que se perfila como vital en las próximas décadas.
Los diversos usos del mar
Más allá de su belleza, los océanos cumplen un rol indispensable para la vida en el planeta. Cubren el 71 por ciento de la superficie terrestre y contienen el 96 por ciento del agua. Según la NOAA, los mares proveen la mitad del oxígeno que respiramos y absorben grandes cantidades del dióxido de carbono atmosférico. Son una barrera contra el cambio climático, regulan el clima global, distribuyen nutrientes y sustentan la pesca, base alimenticia de miles de millones de personas.
El transporte marítimo mueve más del 90 por ciento de los bienes internacionales. Sin los océanos, la civilización tal como la conocemos no existiría. Son un recurso único que debemos proteger.
Retos por delante
Aunque las proyecciones son alentadoras, también existen desafíos por afrontar. No hay suficientes datos para dimensionar el verdadero tamaño y crecimiento de la economía oceánica mundial. Tampoco hay códigos industriales que permitan un registro detallado de estas actividades. Es necesario entonces mejorar las métricas para comprender y regular debidamente el aprovechamiento de los océanos. Además, debe garantizarse la sostenibilidad, pues la salud de los mares es vital para la humanidad.
Con información adecuada, políticas responsables y tecnologías sostenibles, la economía oceánica puede convertirse en un motor de progreso, innovación y prosperidad compartida. Los océanos encierran riquezas incalculables, pero su uso requiere de gran planificación y, sobre todo, visión de futuro.