La cohesión social es el sentimiento de sentirse parte de una comunidad, de un país o nación; el sentir que se forma parte activa de la construcción de un proyecto que, desde el presente, se impulsa hacia la creación de un futuro común y promisorio para todos los integrantes del mismo. Es un concepto fundamental en el ejercicio democrático que, a pesar de adquirir relevancia en los últimos años, dos de los más brillantes sociólogos del siglo XIX ya lo subrayaban en sus obras. Durkheim y Conte se referían a ese concepto como integración o unidad social.
Una comunidad o sociedad cohesionada, impregnada de este sentido de pertenencia, estimula la confianza, propicia el desarrollo y la movilidad social, y sus miembros cuentan con que cualquier esfuerzo de perfeccionamiento tendrá recompensas. La cohesión, en tales circunstancias, es garantía de estabilidad política y social.
Pero, los políticos del patio, son como son: ajenos a los intereses comunes e insensibles a todo lo que esté más allá de sus particulares conveniencias. Reacios al futuro, insisten en la política de rebaño: la que considera importante el tamaño de la manada y la fuerza con la que se concentra alrededor de sus propios intereses y objetivos. Si algo o alguien se contrapone a ellos recibe la etiqueta de enemigo. Suprema muestra de la ignorancia o irresponsabilidad con la que, durante los últimos años, los políticos de todos los colores locales han socavado la cohesión del país, dividiéndolo en tantos y tan irreconciliables bandos, que hoy resulta una tarea descomunal superar las diferencias y unir a la nación en las tareas necesarias para superar el desastre vigente.