Desde el pasado 6 de diciembre, la maquinaria gubernamental arrancó con la tradicional entrega pre navideña de jamones, pavipollos, piezas derivadas del cerdo y otros productos cárnicos para satisfacción y conveniencia no sólo de las “familias más necesitadas”. En esta ocasión, el Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA) “invirtió” 25 millones de dólares en la compra de los productos y, hasta el momento, se ha entregado el 20 por ciento de los mismos, es decir, unas 300 mil piezas, según señala la máxima autoridad de la institución.
La repartición quedará en manos de los gobiernos locales, lo que significa que alcaldes y representantes serán los que decidan, según sus criterios, quiénes serán los afortunados en esta ocasión. Por lo que resultan justificadas las inquietudes y dudas de todos los que recuerdan que fueron, precisamente, estos mismos personajes los encargados de repartir las bolsas de comida del programa Panamá Solidario, en el cual abundaron los señalamientos de corrupción cuando no de ser manejados con criterios estrictamente político partidistas. Además, los pasados esfuerzos de alcaldes y representantes para beneficiarse con leyes que les permitieran cobrar doble salarios o, en el mejor de los casos, el salario más alto entre los puestos que ostentaban, justifica plenamente los temores ciudadanos de que se vuelvan a repetir los mismos dudosos comportamientos.
Ante la cercana campaña, estos jamones y pavipollos, en vez de ayudar a las familias más necesitadas, pueden terminar convertidos en el anzuelo para servir a las ambiciones particulares de unos pocos con extremadas necesidades de votos electorales para concretar su arribo a las puertas del poder y las oportunidades.