Mirar hacia el futuro y anticipar todos los posibles escenarios con probabilidades de concretarse, permite la preparación necesaria para hacer frente a cualquier situación adversa que pudiera presentarse. Por ello, la anticipación no es una virtud en el ejercicio de gobernar: ¡es una obligación! Así que para cualquiera que aspire a realizar un papel medianamente eficaz en la gestión gubernamental, resulta un requisito fundamental la capacidad de adelantarse a las opciones que puedan traer los días, las semanas, los meses o los años venideros.
Desde este punto de vista, la crisis de la falta de agua potable que castiga a las islas Colón y Carenero, en Bocas del Toro, es una muestra más de la descomunal apatía que reina en el aparato gubernamental. La indolencia, combinada con la incapacidad de anticipar las situaciones, se sumaron a la escasa precipitación pluvial que afectó gravemente los niveles del lago que abastece el área. Según los lugareños, desde hace semanas era notoria la disminución en el nivel de las aguas. Señalan, además, que de los ocho pozos de agua con que se cuenta como respaldo en una de las islas, solamente dos estaban activos.
La crisis afecta, también, la actividad turística compuesta por decenas de hoteles, sitios de alquiler, restaurantes, fondas y bares. Al no contar con agua potable, tanto los turistas nacionales como los extranjeros abandonaron el lugar asestando un duro golpe a la economía local.
La cacareada reactivación económica de Bocas del Toro, así como la del resto del país, no llegará muy lejos de la mano de funcionarios incapaces de anticipar los problemas. Aunque los hechos han demostrado hasta la saciedad que de nada serviría que lo hicieran, porque han dejado muy en claro otra fatal incapacidad: la de resolverlos.