La inseguridad reina en las calles del país a cualquier hora del día y el imperio de la delincuencia parece consolidarse mientras se acentúa, cada vez más, la ausencia policial. Durante la última semana, los salteadores han hecho de las suyas atracando ya sea bancos, joyerías o cualquier institución o negocio que asegure un buen botín. Con un despliegue de desparpajo, atención a los detalles y precisión inusuales, dejan constancia del nivel de planificación con que acometen sus fechorías; lo que enciende las alarmas acerca de la peligrosa evolución y refinamiento que acompañan las últimas andanzas de la delincuencia criolla.
Lamentablemente para el país, los organismos de seguridad parecen no estar a la altura de los acontecimientos. Ante cada acometida criminal, quienes encabezan estas instituciones reaccionan con un despliegue de excusas y explicaciones baladíes que en nada ayudan ni nada aportan para la tranquilidad social. Además, pretender cargar las culpas y responsabilidades sobre otros hombros hace evidente la urgencia de realizar cambios profundos en los cuerpos policiales y de seguridad.
Parafraseando el refranero popular, resulta pertinente en este momento aquello de “el camino al infierno está lleno de abundantes excusas”. Es hora de actuar y restituir el orden y la seguridad en las calles del país.