En una negociación entre particulares no resulta extraño que la consigna de cada una de las partes sea obtener el mayor beneficio posible a costa de quien se sienta al otro extremo de la mesa. Una negociación política ya es otra cosa; porque, en primer lugar, tiene que existir el interés de todas las partes de alcanzar un acuerdo. Y, en segundo lugar, el mencionado interés ha de impulsar la conciliación de las distintas ideas y propuestas de manera tal que el resultado sea satisfactorio para todos los presentes. En el plano político, al culminar un proceso negociador los involucrados deben levantarse con la certeza de haber logrado el mayor beneficio que era posible obtener para todos los sectores ahí representados.
Luego de poco más de dos semanas de airadas protestas y cierres de vías, se inició la mesa única de diálogo con la participación de distintas alianzas que abarcan a diferentes gremios tales como médicos, profesores, obreros y ciudadanos, además de la Iglesia católica ejerciendo su papel mediador. Ya en el segundo día de reuniones, quedó establecida una agenda de ocho puntos que serán abordados en este diálogo que se realiza en Penonomé. Los temas definidos van desde la rebaja de la canasta básica alimentaria, hasta el tema de la corrupción y la transparencia; pasando por el precio del combustible, de los medicamentos, la energía y la crisis de la Caja de Seguro Social. Temas que, indiscutiblemente, son de importancia suprema para la ciudadanía y para imprimirle un nuevo rumbo a la nación.
Pero, para abonar los mejores resultados, se requiere- por parte del Gobierno- un proceso de comunicación efectivo y permanente con los participantes en la mesa negociadora, así como con el país en general. Ausentarse y callar no ayuda en nada al proceso de conciliación que da sus primeros pasos y con el que se intenta superar la descomunal crisis que ha mantenido en vilo al país durante las últimas semanas. Es momento de superar las opiniones personalistas y los prejuicios. La hora ha llegado de concentrar la atención en los puntos comunes para la reconfiguración del país en el que deseamos seguir coexistiendo.