Luego que se reportara el primer caso de viruela del mono en Gran Bretaña, el pasado 7 de mayo, los casos alrededor del mundo se han multiplicado hasta alcanzar casi los 400 en más de veinte países que nunca antes fueron afectados por este virus. Hasta hace un par de días, Canadá era el país de América con más casos confirmados: 26 personas hasta el 31 de mayo pasado. Mientras que los Estados Unidos reporta tener menos de la veintena de contagiados. México y Argentina fueron las primeras naciones latinoamericanas en las que se manifestaron casos de la inusual enfermedad.
La viruela del mono está relacionada con la otra muy temida viruela, pero resulta muchísimo menos grave, y las personas se recuperan de la misma al cabo de tres o cuatro semanas luego de manifestarse. Los síntomas iniciales son una fuerte fiebre, dolores musculares, fatiga, y algunas otras molestias parecidas a las de una gripe; además de una erupción parecida a un sarpullido que comienza en la cara para terminar extendido por otras partes del cuerpo. Esta viruela es un virus endémico en algunas naciones de África y los primeros brotes fueron descubiertos en 1958, en unos monos destinados para la investigación.
Cuando el mundo aún no se recupera de la presión puesta por el Covid-19, surge esta nueva amenaza para seguir castigando los maltrechos sistemas de salud, sobre todo los de Latinoamérica, que resultaron ser los más castigados del globo. Ya Costa Rica confirmó su primer caso, lo que pone el virus a las puertas de nuestro país. Las preguntas que se imponen ante esta situación son: ¿Luego de dos años de pandemia, le queda fuerzas a nuestro sistema de salud para afrontar otra nueva crisis? ¿Cuentan los organismos de salud nacional con un plan de contingencia para hacer frente a la viruela del mono? Para tranquilidad de todos, esperemos que ambas respuestas sean positivas.