No se puede perder de vista que la crisis de medicamentos que se afronta a nivel nacional tiene dos vertientes: una apunta al desabastecimiento crónico en las instalaciones del Minsa y la Caja de Seguro Social; y la otra gira en torno a los exagerados precios con el que se ofrecen en las farmacias privadas, los que resultan insostenibles para los bolsillos de los consumidores.
Ambas vertientes presentan elementos en común, entre los cuales destacan dos: el oligopolio reinante en donde no más de media docena de empresas se reparte el mercado y la abusiva rapiña reinante en el mismo.
Resulta un secreto a voces que en el suministro a las instituciones de salud pública y a la Caja de Seguro Social, se mantiene una estructura donde elementos internos y externos coinciden para provocar desabastecimientos con la posterior situación de urgencia, gracias a lo que se obvian los procesos regulares establecidos y se multiplican obscenamente las ganancias de los afortunados proveedores.
El sector privado, por otra parte, no está libre de esta codicia desmedida que pone en juego la salud y hasta las vidas de los consumidores. Es harto conocido para todos que los precios de los medicamentos en las farmacias locales superan con creces los de los países vecinos. En la mayoría de los casos los medicamentos ofrecidos en el patio exceden hasta cinco y seis veces el precio con que se ofrecen en otros países del área; a costa de la salud y la angustia de las mayorías, lucra inmisericorde el mismo cartel que se enriquece fraudulentamente como proveedor de la Caja y del sector gubernamental de salud.
La mesa técnica gubernamental instalada hace un par de meses a consecuencia de esta crisis de medicamentos no puede confundirse; no se trata sólo de un problema de desabastecimiento crónico: se trata, también, de derribar las trabas del mercado y abrirlo a una sana competencia que derive en precios justos y libere a los consumidores de las garras de un pequeño y abusivo grupo de mercaderes cuyo éxito se basa en las trabas y los arreglos de recámaras en los cuales resultan expertos negociadores.