El sector de la construcción es el tercer generador de empleos en la economía panameña. Como muestran las estadísticas, para agosto de 2019 ocupaba a unos 172 mil 877 trabajadores; y, para octubre de 2021, 19 meses después de iniciada la pandemia, esa cifra se redujo a 143 mil 321. La industria de la construcción resultó ser una de las más golpeadas por la crisis del Covid-19: según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), en el 2019 su aporte al Producto Interno Bruto (PIB), fue del 14.5 por ciento, o sea, unos mil 551.8 millones de dólares; en el 2020, en medio de la pandemia, se redujo a 5.5 por ciento, lo que representa 450.2 millones; mientras que en el tercer trimestre de 2021 mostró una ligera recuperación al alcanzar el 8.8 por ciento aportando 907 millones, según cifras preliminares del INEC.
Aunque aún no se vislumbra una salida definitiva de la crisis sanitaria, los pronósticos para la actividad de la construcción no podrían ser más esperanzadores: se prevé que para el 2022 el sector crezca en un 13.1 por ciento y que luego el crecimiento anual se mantenga a un ritmo de 4.5 por ciento hasta el año 2030.
En medio de estas circunstancias extremadamente críticas, una huelga significaría un golpe mortal a la recuperación económica y un contundente retroceso en la reactivación económica del sector. Es responsabilidad tanto de los trabajadores, los empresarios y del gobierno como mediador, desplegar todos los esfuerzos que sean necesarios para superar las diferencias que alimentan el llamado a suspender labores. Ni las posiciones intransigentes ni las amenazas veladas de ninguna de las partes constituyen a establecer un ambiente favorable para las negociaciones. Advertencias del tenor de “cuida tu puesto y garantiza tu ingreso”, resultan tan inoportunas como intentar apagar un fuego rociándole gasolina. El reconocido escritor y psicólogo Edward de Bono solía decir que una “negociación sugiere un compromiso, una posición ubicada en algún lugar entre dos posiciones existentes”. En este momento, para que las negociaciones arriben a buen puerto, el primer gran compromiso es la prudencia acompañada de un ánimo sereno. Dadas esas dos condiciones, aumentan las probabilidades de alcanzar acuerdos donde todos ganen.