En el Giuseppe Meazza, el equipo de Jurgen Klopp tiró de galones para ejecutar a su víctima. Los ‘reds’ necesitaron esperar al ‘rush’ final para encontrar el camino de la victoria en un duelo muy equilibrado. El primer tanto de la noche llegó tras un cabezazo impecable de Firmino, que llevó el cuero al palo más alejado de Handanovic en una falta botada por Robertson.
El gol animó a un Liverpool que dominó con la posesión e impidió la salida rápida del Inter, impotente desde el final de la primera parte. Los italianos sufrieron en la construcción y se toparon con un rival camaleónico que resolvió el choque -incluso gran parte de la eliminatoria- en apenas ocho minutos. Del 75 al 83.
Al gol de Firmino le siguió el de Salah después de que el egipcio se hiciese dueño de un balón en el corazón del área que remató con afán. Su disparo no fue excesivamente potente pero sí sirvió para batir al meta interista y poner el 0-2 ante el estupor del público local, que no dejó de pitar durante los últimos minutos a los ingleses.
Por su parte, el Bayern Múnich respiró aliviado pasado en el minuto 90 merced a un tanto de Kingsley Coman, que aprovechó a la perfección una asistencia del eterno Thomas Muller para establecer el 1-1 definitivo. Un gol que hizo justicia a la superioridad bávara de la segunda mitad.
No tanto en la primera, que fue cuando dominaron los austríacos en sus salidas a la contra. En una de ellas llegó el 1-0 que tanto complicó al Bayern. Chukwubuike Adamu fue el encargado de batir a Sven Ulreich con un zapatazo abierto, imposible de atajar para el internacional germano pese a su estirada.
A partir del gol, pero sobre todo tras el paso por los vestuarios, el equipo de Julian Nagelsmann dio un paso al frente y controló las ocasiones, ganó los duelos personales y pudo encontrar un premio tardío pero que le deja con la vida intacta antes de afrontar la vuelta de la eliminatoria, que se disputará el próximo 8 de marzo.