Además de provocar el cierre de miles de millones de empresas y la pérdida de muchísimos más empleos alrededor del mundo, la pandemia ha empujado a una grave crisis en la cadena de suministros que pone en jaque las esperanzas de una pronta recuperación económica. Conjugada con la persistente crisis sanitaria, la energética y la de producción de bienes, los problemas de la cadena de suministro global ya han disparado los precios de casi todo y alimentan los miedos de los consumidores de afrontar estanterías vacías: por lo pronto, sin los juguetes o las videoconsolas solicitadas en las cartas navideñas.
El aumento de los fletes en el transporte de mercaderías es uno de los aspectos que más inciden en el golpe final al bolsillo del consumidor. Las largas filas de barcos en los puertos tanto para cargar como para descargar las mercancías, ha causado una grave cadena de atascos en el movimiento de los contenedores y en la disponibilidad de los mismos ocasionando los serios problemas de suministros que se afrontan en la actualidad. Una de las navieras más importantes del mundo atraviesa dificultades en su cadena logística: una vez en los puertos, sus contenedores tardan en ser vaciados y regresados para el reabastecimiento de nueva carga. Ello no le ha impedido, producto del aumento en sus tarifas, convertir el pasado trimestre en el más rentable de sus más de cien años de historia.
La escasez de materias primas, también contribuye al desastre. “Las materias primas todavía proceden, principalmente, de países emergentes, donde la gestión de la pandemia ha sido complicada”, declara la economista Isabelle Méjean. Después de recortar los pedidos de materias primas el año pasado, muchísimos fabricantes han visto llegar la demanda de los consumidores, pero no la de los insumos necesarios para funcionar.
Los precios seguirán al alza, mientras continúe la debacle logística: sin importar coordenadas geográficas, no habrá bolsillo que pueda librarse de los aumentos. Los expertos alrededor del globo pronostican que será necesario entre seis meses y un año para para normalizar la cadena de suministros. Entre ellos destaca Shanella Rajanayagam, economista comercial del HSBC, para quien “las interrupciones podrían durar hasta mediados del próximo año”. Aunque no considera posible que la crisis esté solucionada en el 2022.