La COVID-19, un virus con muchas interrogantes aún

Foto: AFP |China OUT Esta foto tomada el 31 de octubre de 2021 muestra al personal médico examinando a los visitantes para detectar el coronavirus Covid-19 en Disneyland en Shanghai después de que se detectara un solo caso de coronavirus en el parque el fin de semana.

La pandemia de COVID-19 se apresta a superar el umbral de los cinco millones de fallecidos oficiales por la enfermedad (una cifra, sin duda, subestimada). Detrás de este número, fuertemente simbólico, se mantienen muchas preguntas sobre el futuro de la pandemia.

¿Cuántos fallecidos?

La cifra real de fallecidos por COVID-19 en todo el mundo es seguramente superior a los 5 millones de personas, un conteo establecido a partir de los balances oficiales diarios de cada país. Si se toma como referencia la sobremortalidad relacionada con el COVID, el balance podría ser dos o tres veces mayor, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A partir de este método, la revista The Economist estimó el número de fallecidos en 17 millones de personas.

«Este balance me parece más creíble», explica a la AFP Arnaud Fontanet, epidemiólogo francés.

Sea como sea, la cifra de muertos es inferior a otras pandemias como la llamada gripe «española» (1918-1919), que dejó entre 50 y 100 millones de fallecidos; o los 36 millones de muertos a causa del sida en los últimos 40 años.

Sin embargo, el coronavirus «provocó muchos muertos en poco tiempo», asegura el virólogo francés Jean-Claude Manuguerra.

Y «si no se hubieran tomado medidas como la restricción de desplazamientos y la vacunación, habría sido mucho más dramático», según Fontanet.

¿Hemos tocado techo?

Como explica Arnaud Fontanet, la aparición de un nuevo virus se da en dos fases.

Una «fase explosiva epidémica» en primer lugar. El virus penetra con fuerza en un grupo de población que nunca ha estado en contacto con él. Después, se da la fase de «amoldarse a un grupo», cuando hay inmunidad de la población: se habla entonces de circulación endémica.

En el caso del coronavirus, «por primera vez en la historia de las pandemias, ha habido un esfuerzo mundial para acelerar esta transición», afirma Fontanet.

Una aceleración favorecida por las vacunas: «han permitido que la población alcance la inmunidad de forma artificial, ante un virus que no conocíamos. En 18 meses hemos hecho lo que se tardaría de 3 a 5 años, con muchos más muertos».

Por eso, el futuro del virus depende del nivel de vacunación de los países y la eficacia de las vacunas, prevé Fontanet: «Estamos a pocos meses de que haya un colchón donde apoyarse, pero es difícil saber si será lo suficientemente grueso».

«El virus va a seguir circulando. Lo que se busca ahora no es su eliminación, sino una protección contra las formas más graves», añade.

«El objetivo es que el COVID-19 ya no te lleve al hospital, o al cementerio», resume Jean-Claude Manuguerra.

¿Qué futuro para cada país?

Los especialistas esperan que la realidad de la pandemia cambie: de forma general, en los países industrializados (con altos índices de vacunación) las olas epidémicas serán menos importantes y regulares, mientras que los países con menos vacunados verán aumentos rápidos de los casos.

«En los países industrializados, creo que tendremos epidemias estacionarias de coronavirus, quizá más importantes que las de la gripe (al menos durante los primeros años), hasta que se normalice», cuenta Arnaud Fontanet, para quien la inmunidad global se construye por capas: a la capa de la vacunación se suma la capa de las infecciones naturales.

Países como China o India tienen una gran capacidad de vacunación y podrían acercarse a esta perspectiva.

En otros casos, como los de Nueva Zelanda y Australia, que habían puesto en marcha una campaña de erradicación del virus (llamada «cero COVID-19»), tuvieron que dar marcha atrás y comenzar una «carrera de vacunación», ante la contagiosidad del variante delta, apunta Fontanet.

Finalmente, es más difícil hacer previsiones en regiones que tienen una capacidad de vacunación incierta, como el África intertropical.

El «fuerte repunte» de los casos en Europa del Este, confirma que la escasa vacunación expone a los países a «graves epidemias, con fuertes consecuencias a nivel hospitalario», prosigue Fontanet.

A su vez, el aumento actual de casos en Europa Occidental, a pesar de los altos niveles de vacunación, llama a ser prudentes.

«Hay que evitar tener una percepción eurocentrista: en una pandemia hay que tomar en cuenta a todo el planeta. Por el momento, no se ha detenido», alerta Jean-Claude Manuguerra.

¿Nuevos variantes?

El principal miedo es la aparición de nuevas variantes, resistentes a la vacunación.

La delta, que es ahora la variante más presente, se impuso a alfa sin dejar que mu o lambda se desarrollaran.

Pero los especialistas prevén que, más allá de la aparición de variantes diferentes, la evolución de delta podría dar lugar a variantes más resistentes a las vacunas.

«Delta, la más extendida, es la que estadísticamente tiene más probabilidades de provocar una variante de una variante», explica Jean-Claude Manuguerra.

Por eso, las autoridades británicas vigilan la subvariante de delta llamada AY4.2. Sin embargo, de momento no hay elementos para afirmar que esta variante vuelva menos eficaces las vacunas.

«Es importante continuar haciendo una vigilancia genómica» (la localización genética de las diferentes versiones del virus, ndlr), afirma Jean-Claude Manuguerra. Esto permite «encontrar variantes con suficiencia antelación y saber si son más peligrosos, más transmisibles y si la inmunidad sigue funcionando», concluye.

TAGGED:
Comparte esta Noticia
Escribir Comentario