Tenía la impresión de estar criando a mis hijos en una zona catastrófica. Todo a nuestro alrededor estaba quemado», recuenta Jessica Distefano, todavía sollozando tres años después del incendio que arrasó al pequeño pueblo de Paradise, en California.
Traumatizada, esta madre de familia decidió abandonar la región, sumándose así a los miles de «migrantes climáticos» que huyen de los incendios que, cada vez con más fuerza, devoran el oeste de Estados Unidos.
Ocho de los diez mayores incendios registrados en California ocurrieron después de 2017. En 2020, el más grande de ellos destruyó más de 417.000 hectáreas.
California se enfrenta ahora a un fenómeno que antes se asociaba a los atolones del Pacífico, amenazados por la subida de los mares, o a las zonas áridas de países en vías de desarrollo.
«Como los incendios de los bosques provocan los desplazamientos masivos de la población y estas llamas son exacerbadas por el cambio climático, pienso que podemos comenzar a considerar estos desplazamientos a gran escala como parte de las migraciones climáticas», opina Rebecca Miller, investigadora de la Universidad del Sur de la California (USC) a cargo del proyecto «Oeste en llamas».
«Hay una gran toma de conciencia en California al ver que estos incendios se reproducen más y más, y su impacto en los lugares como Paradise», dice Miller.
De acuerdo con el Centro de Vigilancia de Desplazamientos Internos, una ONG de Noruega, los incendios forestales han desplazado, de media, a más de 200.000 personas cada año durante la última década.
Tres cuartas partes de estas migraciones se produjeron en Estados Unidos, la gran mayoría en California.
Los incendios récord del año pasado, que consumieron más de 1,7 millones de hectáreas, según los bomberos de California, desplazaron a unos 600.000 habitantes.
«Toda la familia en terapia»
La mayor parte de estos nuevos «migrantes climáticos» desplazados por los incendios forestales se restablecen relativamente cerca de su domicilio anterior.
Pero algunos, particularmente aquellos con más edad o las familias con niños, pueden atravesar el país buscando una vida más tranquila.