Cada vez resulta más sorprendente la reconfiguración que la pandemia del Covid-19 lleva a cabo en el escenario mundial. Este domingo fueron sacudidos los confines de Cuba y de ahí los ecos retumbaron en el resto del continente cuando al grito de “libertad” y “abajo la dictadura”, cientos de cubanos se manifestaron en las calles de San Antonio de los Baños y en Palma Soriano en la que ya algunos señalan como una de las mayores protestas realizadas en la isla en los últimos 60 años.
Cientos de cubanos se reunieron este domingo para protestar y manifestarse en contra de la grave crisis provocada por el nuevo coronavirus, el colapso de numerosos hospitales a causa del creciente número de contagios, por la escasa atención médica y la falta de medicamentos, entre otros problemas; todos ellos sumados a otros de largo arrastre como la creciente inflación, la escasez de alimentos, de medicamentos, de productos básicos y los acostumbrados apagones.
“No hay comida, no hay medicamentos, no hay libertad. No nos dejan vivir. Ya nos cansamos”, es la consigna o el mantra con el cual los cubanos definen su realidad en estos momentos de incipiente rebeldía.
Ya el pasado 7 de abril de este mismo año, el rapero contestatario Maykel Osorbo desafió a las autoridades de la isla al instigar una protesta callejera en la que se cantaron consignas a favor del cambio y en contra del presidente Miguel Díaz-Canel. Ese día vecinos airados impidieron que la policía detuviera y esposara al artista. Antes de eso, liderados por el opositor José Díaz Ferrer, decenas de personas iniciaron en Santiago de Cuba una huelga de hambre que ganó la atención de personalidades, gobiernos e instituciones del resto del mundo, incluida la Unión Europea.
Lo que está pasando en Cuba ahora es la muestra que este pueblo se cansó-declara el joven Osorbo-, que ya no aguanta más. La realidad que estamos viviendo cambió. Ya no pueden tapar el sol con un dedo.
Lo vientos del cambio comienzan a soplar desde la isla caribeña, reiterativamente. Las tareas pendientes de libertad e institucionalidad marcan el rumbo a través de Venezuela, Nicaragua y Cuba y, hasta ahora, la verborrea sin resultados ha reinado en la diplomacia continental ¿Estarán a la altura del momento las instituciones defensoras de los derechos humanos y las instituciones democráticas para llevar a buen puerto esas nuevas expectativas libertarias?