La recuperación económica global depende de la capacidad de ponerle freno a los contagios del nuevo coronavirus: mientras no se logre someter la pandemia y ponerle fin, el futuro de la economía continuará siendo incierto. Más incierto cuanta más grande sea la desigualdad en el acceso a las vacunas, porque mientras algunos países destacan por su acelerado proceso de inmunización, en otras latitudes, menos afortunadas, aún esperan por la primera dosis: como los trabajadores de la salud en países como Chad, Tanzania y Burkina Faso, que todavía a mediados de mayo pasado seguían sin recibir ninguna dosis del antígeno.
El acceso a las vacunas es, entonces, la base fundamental para retornar a una normalidad lo más parecida posible a la existente antes de la aparición del virus. De ese efectivo acceso depende el fin de la pandemia y por consiguiente la recuperación de las economías nacionales.
Mientras no se consiga un proceso de vacunación masivo que se acerque a la añorada “inmunidad de rebaño” el riesgo de la aparición de nuevas y más letales variantes se multiplica y anula cualquier esperanza. En Inglaterra, por ejemplo, la creciente capacidad de contagio mostrada en las últimas semanas por la variante Delta del coronavirus, ha puesto a dudar a las autoridades que el levantamiento de las últimas restricciones pueda llevarse a cabo el 21 de junio como se planeaba.
En Latinoamérica, la región más castigada por la crisis del coronavirus, el panorama no pinta mejor ahora. Colombia y Costa Rica luchan encarnizadamente con una nueva ola de contagios que amenaza colapsar sus sistemas de salud. Hacia el sur, la situación en Brasil y Argentina continúa siendo desesperanzadora; mientras que Chile, a pesar de su notable proceso de vacunación, está acosada por un desenfrenado aumento de los infectados.
En Panamá el aumento de nuevos casos durante las últimas semanas, hace prever la llegada de una nueva arremetida del virus. El descuido en las medidas de prevención y la velocidad insuficiente en el ritmo de vacunación son las más relevantes preocupaciones en medio de esta nueva escalada. Sumado a ello el desorden y las transgresiones instauradas en el proceso de aplicación de las vacunas, dificultan alcanzar esa masa crítica de inmunización que ayude a controlar definitivamente el comportamiento del virus.
Si de verdad aspiramos a recuperarnos y superar esta pandemia, echar a un lado los irresponsables comportamientos derivados del socorrido “carácter tropical” más que necesidad es una obligación.