Militantes, simpatizantes o simples adherentes

 

La partitocracia o partidocracia, entiéndase según algunas personas “Cuando los órganos fundamentales del poder estatal, se convierten en meros ejecutores de las decisiones adoptadas en la esfera de los partidos (Wikipedia), La Real Academia de la Lengua lo define como la “Situación política en la que se produce un abuso del poder de los partidos”. Según Rodrigo Borja, “ Se designa con estas palabras al régimen en el cual los partidos son los que toman las mas importantes decisiones de la vida política estatal, desde el lanzamiento de los candidatos a los cargos electivos, hasta el control de los elegidos y el sometimiento de ellos a la disciplina partidista en el ejercicio de sus funciones públicas.”

En este sentido, en Panamá se vive de una partidocracia, desde aquel momento que la Constitución Política les otorga, a los partidos políticos, la facultad de poder revocar el mandato a sus miembros electos, por contrariar las líneas del partido (Art. 151 C.N.). En esa vía, las reglas del juego son impuestas por estos, independientemente que ese ciudadano , miembro o no de un partido político, pero electo mediante su bandera, reciba mas votos de ciudadanos miembros de otros partidos o bien de los denominados independientes, o ciudadanos no inscritos. Pues ese refrán de que no soy político no va, y pierde efecto desde que se acude a la urna el día de las elecciones.

Pero en esa maraña que se ha constituido la creación, existencia y subsistencias de los partidos políticos, nos hemos encontrado que casi todos los discursos contra la partidocracia se han caído, pues han tenido que recorrer el camino de conformar un partido, para ser vistos como actores reales de la política. Y esto es así, porque las condiciones han sido creadas para vivir de y con los partidos políticos. Prueba de esto ha sido el absurdo de asignar un porcentaje fijo del presupuesto estatal de inversiones para los partidos. Y contrario a lo que señala la Constitución, que el Estado podrá financiar a Los Partidos, lo convirtieron en una obligación, incluso más allá del periodo electoral, que señala la Constitución (Art. 141 C.N.)

Ahora bien, y en lo que es de interés para este escrito, son las figuras de los miembros y agremiados a los partidos políticos. En Panamá como no hay ideologías políticas, sino intereses creados, vemos a personas afiliarse a un partido porque le dan algo a cambio, otros porque agradecimiento, otros por herencia familiar y muy pocos por una plataforma de gobierno o ideología del partido. Algunos partidos se han alienados a la Internacional Demócrata Cristiana, otros a la socialdemocracia, otros a la derecha y unos cuantos a la izquierda. Pero en definitivas cuando observamos las membresías de los partidos, en Panamá, es una competencia para ver quien tiene mas inscritos y no quien tiene más militantes.

Cuando hablamos de militantes, nos referimos a aquel convencido que la posición de su partido es la más adecuada al interés del país, no necesita mayores esfuerzos para ser convencido y no necesita de un cargo publico para sentirse parte del movimiento. Hace vida partidaria y convive en las buenas y en las malas con su partido político y son los que a fin de cuenta ocupan cargos de importancia cuando el partido llega al poder. Por otro lado, tenemos los simpatizantes, que no son mas que aquellos que pueden estar de acuerdo con una política de partido, pero en su mayoría no están inscritos o bien no participan en su vida interna. Les votan, pero no asumen roles protagónicos y mucho menos cargan responsabilidades ajenas. La mayoría de las veces son profesionales, hijos o nietos de militantes que vivieron su gloria dentro de un partido.

Al final tenemos los adherentes, que son aquellos que vemos cambiar cada quinquenio, para salvar su cargo publico de los embates y vaivenes de la política. Tienen una familia que mantener y obligaciones pecuniarias que cumplir, de ahí que se inscriben por conveniencia y necesidad y no por convicción. En ese mismo sentido están los que se inscriben porque reciben algo a cambio o bien porque agradecen favoreces recibidos, pero no están obligados a votar por ese partido, pero si quedan sometidos a las reglas del juego interno de cada partido. Son miembros con mas obligaciones que derechos, pues al final del camino quien milita y aspira en las estructuras del partido, será quien podrá acceder al cargo de poder interno o bien en los gobiernos.

¿Cómo depurar los partidos políticos de la practica clientelista? Es difícil en un país donde la desigualdad es galopante y en donde el sector público es el botín que se toma por asalto cada 5 años, por el partido gobernante. Una posible solución sería implementar en el Órgano Ejecutivo las mismas limitantes que tiene el Órgano Judicial (Art.212 CN), incluso la Fuerza Pública y sus componentes, para sus miembros, de no estar inscritos en partidos políticos o bien vedado la participación política. Quizás así podríamos tener una mano de obra estatal más comprometida con su labor, en vez de estar pendiente de que quiere un partido político determinado o a cual afiliarse.

En panamá el PRD, Cambio Democrático y el Panameñismo tienen mas inscritos que el partido Socialista Obrero Español, pero nunca han recibido una votación superior a las recibidas por este, 6 millones la última vez. Es una cuestión de egos inflados que a veces juegan en contra. Por ejemplo, con esas cifras ya se sabe cual es el piso y techo del PRD, que rondan sobre una votación del 32%, con excepción de la candidatura de Navarro, que bajo. El Panameñismo registra números que no se compadecen con las votaciones recibidas y Cambio Democrático, aun no se enfrenta a una elección donde tenga que medir fuerzas con su creador, a quien despojaron del partido y constituyo el denominado Realizando Metas.

En fin, se debe buscar una formula para evitar el clientelismo, que quien este inscrito en un partido y se cambia a otro, luego para volverse a cambiar deba pasar de 3 a 5 años. Quizás dirán es el derecho que tienen, pero todos sabemos que muchas inscripciones son por intereses y no necesariamente por querer formar parte de un partido. Otra forma de depuración, es que los inscritos que no voten en elecciones internas sean desafiliados y ahí notaran realmente con que cuenta cada partido. La idea principal es evitar que los gobiernos o las estructuras de estos sean llenadas por nombramientos políticos y se tenga una Ley de Carrera Administrativa de verdad, con cursos de oposición y merito, apolítica y que solo sean los cargos de libre nombramiento y remoción para la clase política, si así lo estiman prudente. Así veo las cosas y así las cuento.

ABOGADO

 

 

 

 

Comparte esta Noticia
Escribir Comentario