«¡Vaya ejemplar!», exclama Colin Sims mientras sostiene por la cola una gran rata encontrada en una de las trampas que colocó en Londres, donde estos roedores proliferan con el confinamiento y se vuelven más audaces, lo que beneficia a los desratizadores.
El animal, de 20 centímetros de largo sin contar la cola, se ha introducido en esta casa del suroeste de la capital británica a través del tubo de desagüe del retrete de la planta baja, como demuestran los residuos en torno a la tubería.
«Está muy sucio», dice Sims, gerente de la pequeña empresa CHS Pest Control. «Parece un macho alfa, que ha encontrado una forma de entrar en busca de comida», agrega.
Desde que el Reino Unido comenzara en marzo de 2020 a encadenar confinamientos y restricciones contra la pandemia de coronavirus, a este desratizador no le falta trabajo: sus intervenciones se dispararon un 75%.
Según Pest.co.uk, la población de ratas en el país aumentó un 25% el año pasado, pasando de 120 a 150 millones.
Capacidad de adaptación
El confinamiento proporciona las condiciones ideales para la reproducción de estos roedores, cuyas hembras paren camadas de 10 crías varias veces al año.
«Hay edificios tranquilos y desocupados, sumidos en la oscuridad y a salvo, donde pueden reproducirse sin que las vean», explica Paul Blackhurst, directivo del grupo Rentokil.
Privados de los restos de comida que se tiran en los contenedores de restaurantes o en las calles ahora abandonadas, estos animales nocturnos y temerosos están saliendo más a la luz del día.
Se aventuran en el interior de oficinas vacías para rebuscar restos de comida olvidados, se aprovechan de las existencias de restaurantes cerrados temporalmente y se adentran, a veces de día, en barrios residenciales rebosantes de cubos de basura de los residentes confinados.
«Si cambiamos nuestro comportamiento, lo más probable es que ellas cambien el suyo, porque son animales muy adaptables«, asegura Blackhurst.
Guiadas por un olfato muy desarrollado, nada se resiste a sus afilados incisivos con los que roen madera, ladrillos y cables eléctricos.
A su paso, pueden transportar enfermedades y provocar daños que pueden incluso causar incendios o inundaciones.
«Han entrado royendo», explica Chris Sherriff, de la empresa Beaver Pest Control, mientras trabaja en la reparación de unas tuberías «rotas» bajo el patio de una casa del norte de Londres.
Novela de Stephen King
El fenómeno se está extendiendo más allá de la capital.
Natalie Bungay, directora técnica de la Asociación Británica de Control de Plagas, relata el caso del propietario de un restaurante en el oeste del país que se enfrentó por primera vez a una infestación de ratas durante el primer confinamiento.
«Cuando abrieron las puertas, había latas de comida por todas partes. Las ratas roen el metal blando, así que no es un problema para ellas», explica.
El 78% de las empresas afiliadas a esta organización declararon en octubre que su volumen de trabajo había aumentado.
Según David Lodge, de Beaver Pest Control, además del mayor número de ratas y su mayor resistencia a los venenos, también se están volviendo «menos tímidas» y «más visibles» en las calles, «algo así como una novela de Stephen King», bromea.
Otro factor es que «mucha gente trabaja ahora desde casa» y es más «consciente» de lo que ocurre allí, añade el responsable de esta empresa cuya facturación por desratización ha aumentado un 33% en un año.
Sobre todo porque estos roedores tienden a querer refugiarse en el interior durante el invierno.
Después de tirar la rata muerta en una bolsa de basura antes de incinerarla, Sims conduce su camioneta hasta su siguiente misión, un patio trasero comercial infestado.
El año 2021, que comenzó en Londres con un tercer confinamiento aún en curso, también tiene buena pinta, predice.
Londres, Reino Unido. AFP