Huracanes, cada vez más violentos

A mediados de enero de 2023 ya se formó una tormenta subtropical sin nombre en el Atlántico tras el reanálisis realizado por el Centro Nacional de Huracanes. | Foto: @NWSNHC

“Quien siembra viento cosecha tempestades” (Refrán popular).

Daños inconmensurables, destrucción de viviendas, pánico, gente huyendo despavorida… muerte. Esos dejan los huracanes, inmensas demostraciones de la naturaleza, contra las cuales parece no haber mucha defensa.

Según la RAE, un huracán es “un viento muy impetuoso y temible, que, a modo de torbellino, gira en grandes círculos, cuyo diámetro crece a medida que avanza, apartándose de las zonas de calma tropicales, donde suele tener origen”.

Todos conocemos de la violencia de estos eventos naturales que, cada año, entre junio y noviembre, azotan vastas áreas del Caribe y Norteamérica, pasando por zonas e islas del Caribe, causando cuantiosos daños materiales y, en muchas ocasiones, muertes. Sin embargo, la última temporada fue algo diferente a las anteriores: los huracanes Eta y el Iota, con pocos días de diferencia, descargaron su furia, además, sobre Centroamérica, causando daño y dolor en todos los países que tocó.

En Panamá, no escapamos a esta ola de destrucción, con grandes lluvias y deslaves, los que causaron inundaciones y destrucción de carreteras, sembradíos y viviendas. El informe dice que estos fenómenos dejaron al menos 19 fallecidos, 12 desaparecidos y más de tres mil personas afectadas en la zona occidental del país, concretamente en las provincias de Chiriquí y Bocas del Toro.

Los científicos no se ponen de acuerdo con relación a la frecuencia de los huracanes, pero sí dicen que hay ciertos de coincidencia entre el calentamiento global y la intensidad de estos fenómenos atmosféricos. @NWSNHC

¿Qué ha pasado para que, cada vez más, los huracanes amplíen su radio de terror, durante casi seis meses al año? Aparentemente, no existen razones más allá de las naturales, pero sin duda que el cambio climático no es totalmente inocente de estos eventos. Los científicos no se ponen de acuerdo con relación a la frecuencia de los huracanes, pero sí dicen que hay ciertos de coincidencia entre el calentamiento global y la intensidad de estos fenómenos atmosféricos. Los sitios oceánicos, cuna de los huracanes, han sufrido y siguen sufriendo cambios en su temperatura, lo que significa que se incrementan las tormentas y, por ende, los huracanes son cada vez más violentos.

Empecemos por recordar cómo se forman estos. Primero, en el lenguaje de los expertos, los ciclones tropicales del Atlántico son los conocidos como huracanes, y se forman –en gran porcentaje- en África Oriental. Los huracanes más intensos y destructivos vienen de esa región, concretamente de Cabo Verde. El aire seco y caliente del Sahara se junta con el aire húmedo y frío del Golfo de Guinea, dando origen a una llamada onda tropical. Esta conjunción se desplaza hacia el oeste, ayudada por los vientos alisios, que llega hasta el océano Atlántico, sitio en el que –si encuentra las condiciones energéticas adecuadas de calor y viento- puede llegar a transformarse en un peligroso huracán. Este pasará a denominarse así cuando sus vientos sobrepasen los 118 kilómetros/h. De ahí en adelante puede –dependiendo de su velocidad y poder de destrucción- transformarse en categoría 1, el más suave, hasta categoría 5, cuando su velocidad es superior a los 250 kilómetros p/h.

Los huracanes provocan daños materiales y muertes. CMNUCC

Más allá de la fuerza con la que se desplazan los vientos, hay que dejar claro que la mayor parte de los daños y pérdida de vidas las causan las inundaciones y las marejadas que el huracán provoca.

La historia de los huracanes nos muestra que entre algunos de los más destructivos que han azotado el planeta se encuentran los siguientes:

Huracán Dorian (2019). El 1 de septiembre alcanzó la categoría 5, con vientos de 295 k/h. Destruyó gran parte de Las Bahamas y dejó una estela de muerte a su paso, unas 80 personas fallecieron.

Huracán Galveston (1900). Es considerado como el “más letal y devastador”. Llegó a Cuba el 3 de septiembre de ese año, como tormenta tropical, pero cuando llegó a la costa de Texas ya era un huracán categoría 4. Las altas mareas que provocó inundaron la isla de Galveston, y se estima que unas 8 mil personas perdieron la vida.

Huracán Mitch (1998). Tuvo su apogeo en octubre de ese año, cuando se transformó en categoría 5. A su paso por Honduras Nicaragua, Guatemala y El Salvador, y debido a las intensas lluvias y marejadas ciclónicas dejó un reguero de destrucción y muerte: 9 mil fallecidos, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOOA, por sus siglas en inglés).

Huracán Jeanne (2004). Alcanzó vientos de hasta 200 km/h, pero más allá de su intensidad, causó la muerte a más de tres mil personas a su paso por Haití, mientras que unas 200 mil personas quedaron sin hogar.

Huracán Katrina (2005). Alcanzó la categoría 5 a fines de agosto de ese año 2005, dejó unas mil doscientas personas fallecidas en Louisiana y Mississippi, el 80% de Nueva Orleáns y daños calculados en 75 mil millones de dólares. Está considerado uno de los más devastadores de la historia.

Huracán María (2017).  Luego de más de tres años de ese trágico episodio, en Puerto Rico aún no queda claro la cantidad de víctimas fatales que provocó este huracán categoría 4. El gobierno de la isla sostiene que fueron 1,500, mientras que según la Universidad de Harvard, que hizo un profundo estudio sobre el tema, dice que fueron poco menos de 5 mil.

Gráfico de los huracanes en el Atlántico en 2020.

Los huracanes provocan daños materiales y muertes. Pero también, como muchos fenómenos de la naturaleza, causa terror, temor y dolor.

La próxima semana hablaremos sobre otro de estos hechos, que año con año se presentan en muchos sitios del planeta: los tornados.

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