A partir del inicio de la pandemia, hasta el momento presente, el mundo ha registrado 65 millones de casos y mas de 1 millón 500 mil muertes causadas por el nuevo coronavirus.
Dentro de esas cifras, América Latina y el Caribe es la región más golpeada con 452 mil 263 muertes; seguida de Europa con 430 mil 60 víctimas registradas. Le siguen el bloque conformado por Estados Unidos y Canadá con 286 mil 946 decesos.
Desde el pasado 24 de noviembre los registros mundiales establecen una media de 10 mil muertes diarias, un nivel no experimentado desde que se declarara la crisis sanitaria. A partir de la misma fecha los nuevos casos de covid-19 han superado los 4 millones semanales.
En nuestro país la realidad no es diferente. El pasado martes 2 de diciembre, el Ministerio de Salud reportó 2 mil 28 nuevos contagios en el lapso de 24 horas. “Están entrando más pacientes a los hospitales, de lo que somos capaces de absorber”, declaró un renombrado especialista en neumología, alergias respiratorias y medicina interna. Según sostiene el galeno, la situación se repite en casi todos los hospitales del país, sean públicos o privados; y no duda que estemos experimentando una segunda ola de contagios.
De confirmarse estas circunstancias alarmantes, este nuevo rebrote de contagios pondría a prueba un sistema de salud con una ocupación de camas que ya está copada en algunos hospitales y con el personal médico al borde del agotamiento luego de más de nueve meses de lucha contra la enfermedad. Sumando a eso las carencias de insumos y la falta de médicos intensivistas y neumólogos, las próximas semanas serán cruciales y la situación exigirá estrategias coordinadas y firmes entre los organismos de salud y quienes gobiernan.
Nadie será recordado por sus palabras, sino por sus acciones; por las medidas tomadas para resolver la crisis. Este es el momento de enfocarse en lo primordial, de establecer prioridades y dejar a un lado lo accesorio.
La cancelación de los salarios adeudados al personal médico que se ha mantenido constante, trabajando más allá de lo que establecen los horarios: eso es lo primordial; gastarse un millón de dólares en la promoción de un incipiente diálogo sin certeza de lograr soluciones: eso es accesorio.
Proporcionar los insumos necesarios y mejorar las infraestructuras donde son ingresados los enfermos: eso es prioritario; considerar gastarse 500 mil en la contratación de toldas y en celebraciones navideñas: eso es injustificable.
Este es el momento que exige de carácter íntegro, inteligencia y de prudencia para enfocar los recursos y los esfuerzos en la búsqueda de soluciones a la crisis que padecemos, a la debacle económica que ahoga a la mayoría ciudadana. ¿Será eso mucho pedir?