El año 2020 marcará un punto de inflexión en la forma cómo percibiremos el mundo en los próximos años: nuestra comprensión de la realidad circundante se encuadrará dentro de una historia antes y otra después del covid-19.
Cuando logremos superar la crisis sanitaria provocada por este particular coronavirus, resultaría absurdo volver a las rutinas y a los métodos que imperaban antes. La educación, el trabajo, el comercio, la atención de salud y la gestión gubernamental, entre otros aspectos, tienen que asumir el impulso dado por la pandemia y construir intensivamente los nuevos métodos de gestión y desarrollo que de manera tímida hemos asumido en medio de esta crisis de salud.
La educación, por ejemplo, tiene que sacudirse esas costras tradicionalistas y asumir y desarrollar las ventajas y características que brindan los diversos aspectos de la tecnología. Desde la primera infancia, el educando debe ser expuesto-además de la humanista- a una formación intensiva en los temas propios del “nuevo mundo”: inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, realidad virtual y big data, entre otras. La nueva generación de estudiantes, si queremos insertarlos con posibilidades de éxito en el nuevo escenario vital, requiere de una formación académica en la que se fundan apropiadamente la formación humanista con la tecnológica.
El trabajo es otro campo que requiere ser transformado, asumiendo la experiencia que hemos ganado en cuanto al desarrollo de nuestras labores en casa, tanto en la rama pública como la privada. No podemos seguir esclavizados a un modelo presencial obsoleto. Se hace necesario un estudio profundo sobre las formas y posibilidades del trabajo a distancia- o una combinación del remoto y el presencial-, donde lo que cuenta son las ejecuciones y los resultados sin importar la ubicación de quien realiza las tareas.
Y qué decir de la salud. Muchos como medidas de precaución permanecen en casa por miedo al contagio fuera de ellas; sectores vulnerables por la edad o por factores sanitarios. La telemedicina no es ya una ficción: es el nuevo camino ha desarrollarse para seguir brindándole atención y cuidado a todos aquellos que en el seno de sus hogares requieren de los cuidados médicos.
Y, al igual que estos campos mencionados, muchos otros que son vitales en la vida moderna, pero que reclaman de un nuevo aspecto de desarrollo y ejecución.
La pandemia ha mostrado una cara terrible. Pero la humanidad y las sociedades se han erguido sobre estas aciagas circunstancias una y otra vez. Y este país no será la excepción. Asumamos todas las enseñanzas que a golpes nos han brindado estos meses terribles; soltemos el lastre que nos mantiene en el fondo y comencemos a trabajar hombro a hombro para la construcción de una nueva comunidad, de una nueva sociedad, de un nuevo país donde el norte sea el bienestar de las mayorías. El futuro exige ese cambio y para alcanzarlo tenemos que sacudirnos el lastre que, como nación, hemos acumulado en el pasado reciente.