Luego de pensar durante horas, sobre qué escribiría para cumplir con mis lectores me llegó un tuit que cuestionaba mi forma de pensar, y automáticamente pensé ahí esta el tema LA TOLERANCIA.
La Real Academia de la Lengua Española le da varias acepciones al concepto tolerancia https://dle.rae.es/tolerancia pero el que se aplica al espíritu de este documento es el que la define como “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.”
Esto nos lleva a remitirnos ¿a qué debemos entender por respeto?
Nuevamente la Real Academia de la Lengua Española nos aclara señalando que respeto https://dle.rae.es/respeto es “un Miramiento, consideración, deferencia. En plural son Manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía”.
Dicho en otras palabras el respeto es una muestra de educación, de intelectualidad, es una vía pacífica de convivencia entre los asociados o miembros de una comunidad.
El respeto es escuchar las ideas de los demás con la misma atención y receptividad que esperamos que sean escuchadas las nuestras. Que aunque no sean compartidas o contrarias a nuestros pensamientos no caigamos en el ataque y ofensa, evidenciando la ausencia de valores y la deteriorada educación básica enseñada en el hogar.
Los insultos, los comentarios dañinos, el descrédito sin fundamento son aspectos que debemos considerar en un mundo donde la tecnología nos ha permitido interactuar con otras personas por medio de redes sociales.
En una ocasión escuche la descripción que hizo un destacado abogado panameño, quien consideró a las redes sociales como una gran cantina, donde te puedes encontrar a todo y a todos. Cuanta precisión en ese comentario, que atinado y oportuno.
Para cuando salga este artículo, habrá transcurrido algo más de 48 horas desde que el Tribunal de Apelaciones ordenara la anulación que declaró no culpable al expresidente Ricardo Martinelli.
Traigo este tema al tapete, debido a que 24 horas antes el exgobernante solicitó se certificara ante el Tribunal Electoral que había cumplido con los requisitos legales que daban vida jurídica a su nuevo colectivo político, en atención a las normas vigentes en la República de Panamá.
Que el fallo de anulación fuera público 24 horas después del reconocimiento de forma y fondo sobre el partido antes mencionado deja dudas que saltan a la vista primero ¿por qué se espero hasta el día después? cuando pudo anunciarse en otra fecha y eso despertó el malestar de los enemigos y adversarios del exgobernante quienes recurren a los ataques de personas que tienen un derecho a opinar por el simple hecho de serlo.
Sea legal, político, moral o inmoral lo ocurrido con este tema, le tocara a la defensa enfrentar los ataques legales de quienes se consideran afectados.
Lo importante es que la oportunidad en que se emite el dictamen siembra dudas y especulaciones. Nunca se debe dar pie para que las resoluciones, sentencias, o fallos sean opacadas por elementos ajenos al procedimiento y la rigurosidad de las normas sustantivas y adjetivas vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, es decir al Derecho.
Todo elemento ajeno a estos parámetros generará duda, desconfianza, y afectará la credibilidad en una Administración de Justicia objetiva e imparcial que debe ser el pilar de la democracia y de un régimen donde prevalezca la Constitución y la Ley.
Es por esto, que pretender silenciar o atacar a quienes opinen contrario, es y será el mecanismo empleado por los individuos sin recursos, que evocan los instintos básicos y elementales de los estadios primitivos de la humanidad.
Son unos cromañones virtuales, sesgando con sus actuaciones cualquier mínimo respeto hacia ellos mismos, y obligando a los demás a dejar de lado sus apreciaciones por estar cargadas de rencor y encono.
Hay que entender que en el mundo existe la variedad, algunos les gusta las papas fritas a otros no, hay diversidad de colores en el espectro, en los alimentos, en la política, en los gustos y evidentemente en las opiniones. Querer que las consideraciones de unos arropen a la de los otros es cruzar la delgada línea de la democracia y ubicarte en la dictadura, donde es prohibido pensar.