A nivel mundial, los países de la orbe han venido enfrentando una serie de crisis de tipo política, social y económica, que han desencadenado exaltaciones a los integrantes de cada una de ellas, que en un escenario normal pudieran verse superadas. Pero el elemento externo llamado pandemia, es un componente siniestro, que ha incrementado esas angustias, tales como el temor al desempleo, a la falta de alimento, a la impotencia de tener un techo digno, y a enfrentar los gastos de la educación de los hijos.
Hace unos días la situación en el país vecino de Costa Rica inquietó a la comunidad internacional ante el ambiente de protesta contra el Gobierno costarricense que preside el Presidente Carlos Alvarado, quien retomó un tema que fue un detonante al inicio de su gestión presidencial y que fueron una serie de requerimientos exigidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI), para que se hiciera sostenible la economía interna del hermano país, ya que las recaudaciones no satisfacen los gastos que deben enfrentar.
En otras palabras, no hay ahorros y el gobierno está gastando más de lo que recaudan. Por lo cual se requiere pedir prestado 1,750 Millones de dólares para estabilizar las finanzas del Estado, y no hay las suficientes garantías para que ese pago sea honrado por el país Tico, motivo por el cual, todo apunta a la necesidad impostergable de requerir reformas tributarias que traerían que el pueblo pague más impuestos.
Esta medida presentada en el año 2018, por el presidente número 48 de la República de Costa Rica, desencadenó en ese momento, un descontento social iniciando su mandato, y obligando a postergar la medida para contener el rechazo generalizado de su pueblo, ante las propuestas de aumento en los tributos para los asociados costarricenses.
La semana pasada, es decir dos años después, el jefe de gobierno recurre a esa propuesta nuevamente para enfrentar el hueco financiero que enfrenta la nación, lo que ocasionó nuevamente una insatisfacción mayor a la expresada por sus coterráneos al inicio de su periodo gubernamental.
Los medios de comunicación nacionales e internacionales, así como las redes sociales registraron la ola de protestas en diversos puntos del territorio, generado por el disgusto de la población, obligando al Presidente Carlos Alvarado a retirar de la mesa la exigencia del FMI y a llevarlo a convocar un dialogo nacional para buscar alternativas a corto plazo, según expresó el pasado domingo en la noche en un mensaje a la nación en cadena nacional.
Lo cierto, es que las medidas de reproches social se mantienen, exigiéndole al mandatario que por el periodo restante a su gobierno se comprometa a no acudir el Fondo Monetario Internacional, y tampoco, a efectuar la venta de los activos estatales durante el resto de su mandato, es decir por los dos próximos años, debido a que en la República de Costa Rica el Artículo 134 de su Constitución Política señala que el periodo presidencial es de 4 años.
Las censuras sociales que ha despertado en los residentes de Costa Rica, vaticinan un angustioso y desgastado final al gobierno de Carlos Alvarado Quesada, por desconocer la voluntad de su gente.
Las acusaciones de corrupción, de falta de liderazgo, las medidas antipopulares, y la desconfianza parecen que serán la características que acompañaran al Jefe de Estado hasta el final de sus días, al frente del timón de la Patria.
Este breve relato, debe ser ponderado acuciosamente al pie de la letra por las autoridades de la región, para evitar verse reflejado en este espejo que pudiera traer consigo situaciones similares en otras latitudes.