Hasta Superman queda hecho un alfeñique ante la kriptonita. El invencible Donald Trump fue reducido por el coronavirus –cuya existencia y letalidad ha tratado de ignorar- tuvo fiebre, debieron administrarle oxígeno y, debilitado, fue hospitalizado en el centro médico militar más prestigioso del planeta.
“Mi primera reacción ante la noticia de que el presidente Donald Trump había dado positivo de coronovirus fue de desconfianza. ¿Qué certeza tenemos?”, escribió Frank Bruni el fin de semana en The New York Times.
Pese al cinismo de Bruni, porque de Trump puede esperarse todo, hay certezas de que el mandatario más poderoso de la Tierra fue infectado por el virus chino.
Del escenario inicial de confusión y contradicción sobre el estado de salud del Comandante en Jefe, ha podido reconstruirse lo que fue la semana trágica de Trump. El contagio de Trump por coronavirus resultó en la sublimación del cataclismo en que se ha convertido su administración. El mandatario es ahora la encarnación de los peligros que ignoró por displicente.
La noticia del contagio de Trump provocó conmoción, solidaridad, júbilo sin disimulos y, por supuesto, la indignación y la curiosidad siempre presentes que rodean todo lo relacionado con el mandatario estadunidense.
Medicamentos desconocidos
Ante la emergencia, el equipo médico que atiende a Trump decidió usar todo el armamento de que disponen. Ante los bajos niveles de oxígeno que manifestó Trump se le administró dexametasona, un esteroide que se ha mostrado muy útil en combatir los efectos del covid-19 en enfermos graves, pero no en los casos leves. En junio un estudio de la Universidad de Oxford determinó que el uso beneficia a pacientes que requieren oxígeno extra o que están con ventiladores.
El médico de la Casa Blanca, Sean Conley, añadió que, aunque los niveles de oxígeno de Trump han llegado a caer a 93%, nunca rompieron el piso del 90%, que es el límite a partir del cual se considera que el paciente se encuentra en un estado grave. El presidente recibido oxígeno suplementario por lo menos en dos sesiones de una hora el viernes y sábado.
Tambien se le aplicó un tratamiento intravenoso de cinco días del antiviral Remdesivir, de efectividad limitada al inicio de la infección, para intentar combatir al virus en el cuerpo de una persona de 74 años, con un peso de 240 libras que bordea la obesidad y un alto nivel de colesterol.
El contagio de Trump ha sacado a la luz un coctel de tratamientos experimentales con los que se intenta frenar la infección. De algunos apenas se había oído hablar y sus resultados están en la etapa de prueba.
Ese es el caso del Regeneron, fabricado por Regeneron Pharmaceuticals, uno de los fármacos experimentales más prometedores, está probándose desde julio en cientos de infectados de covid en Brasil, Chile, Estados Unidos y México. Los resultados iniciales en los pacientes a los que se ha administrado sugieren que puede reducir la incidencia del virus en el cuerpo y acortar los períodos de recuperación cuando se administra en los primeros niveles de la infección.
Anticuerpo de ratón
El Regeneron está compuesto por dos anticuerpos seleccionados por su alta capacidad de localizar y neutralizar al SARS-CoV-2. Uno de ellos se extrajo de un paciente anónimo que superó la enfermedad. El otro sale de un tipo de ratón que ha sido modificado genéticamente para generar anticuerpos contra el virus que pueden ser inyectados en personas sin que haya rechazo inmunitario. Esos anticuerpos funcionan como una tropa de élite adiestrada para localizar y eliminar moléculas muy específicas del coronavirus.
A Trump se le administró una dosis única de ocho gramos de Regeneron, una decisión que ha sido criticada por algunos expertos que han considerado arriesgado tratar al presidente de Estados Unidos con un fármaco experimental.
Además de los anticuerpos, conocidos como REGN-COV2, Trump ha tomado famotidina, vitamina D, zinc, melatonina y aspirina.
El consejero delegado de Regeneron Pharmaceuticals, Leonard Schleifer, aseguró a The New York Times que la compañía recibió una llamada para que dieran al presidente acceso al fármaco. “Nos pidieron utilizarlo, y nosotros encantados”, dijo Schleifer, que conoce a Trump personalmente y es miembro de su club de golf en Westchester, un suburbio de Nueva York.
El precio medio de esos compuestos en Estados Unidos es de unos $100,000. En julio, Regeneron recibió $450 millones federales dentro de la operación Warp Speed para proveer unas 300,000 dosis de anticuerpos antes de final de año en caso de que se demuestre su eficacia.
Contagio eleva el caos
La semana horrible para Trump comenzó con las revelaciones del Times sobre el pago de solo $750 en impuestos en el 2016. En una década no ha pagado impuestos al informar al fisco más perdidas que ganancias.
En medio de ese inesperado reporte, debió prepararse para el primer debate presidencial el martes con el candidato demócrata Joe Biden, que está arriba en las encuestas con una media de un seis puntos.
Trump no se hizo la prueba anticovid antes del inicio del debate, lo que despierta sospechas sobre si para entonces sabía que estaba infectado.
El miércoles a mediodía, Trump celebró un mitin multitudinario en Minnesota y un evento de recaudación de fondos en Nueva Jersey al que asistieron un centenar de donantes tras pagar $250,000 por una comida en un club de golf propiedad del presidente.
Fue hasta la madrugada del viernes que comunicó su contagio y pasó gran parte del día en la Casa Blanca. Sin embargo, esa tarde cuando ya había cerrado Wall Street, para evitar un mayor desplome, Trumpo subió las escalerillas del helicóptero Marine One para dirigirse al Hospital Militar Walter Reed. Según relató la cadena CNN, los asesores del presidente temieron hasta el último minuto que Trump no se subiera al helicóptero, ya que no deseaba ser hospitalizado.
Según la agencia Bloomberg, Trump nunca en su vida había pasado una noche en un hospital.
Gabriel Sherman, editor de la revista Variety, citó a fuentes republicanas cercanas a la Casa Blanca que aseguraban que antes de partir al hospital el viernes, Trump preguntó a sus colaboradores: “¿Me voy a ir como Stan Chera?”.
Chera era un magnate inmobiliario de Nueva York, viejo amigo de Trump, que falleció por covid-19 en abril. El presidente se refirió a él a comienzos de ese mes, cuando Chera cayó gravemente enfermo, en una de las primeras muestras de que la epidemia también le podía impactar de forma personal. “Creíamos que podía ser un ingreso leve y, en este caso, está inconsciente, en coma”, dijo sobre Chera, que murió dos semanas después.
Problema de credibilidad
En la recta final de las elecciones presidenciales, Trump afronta una crisis de credibilidad tan creciente como sus problemas de salud, en el momento en que más necesita la confianza de la población.
La credibilidad de Trump se ha visto aún muy cuestionada durante la gestión de la pandemia, la prueba más importante de su presidencia. Pero el mandatario la minimizó en público cuando sabía que el covid-19 era más mortal que la gripe, según dijo en privado al periodista Bob Woodward.
Por otro lado, la enfermedad no contribuyó a mejorar la tendencia en las encuestas donde Biden amplio su ventaja hasta 10 puntos, según la más reciente medición de Reuters/Ipsos.
El contagio no le significó mayores simpatías del electorado, como ocurrió con el presidente Jair Mesías Bolsonaro, quien después de contraer la enfermedad vio crecer como espuma su popularidad.
La mayoría de estadounidenses cree que Trump podría haber evitado la infección si hubiera tomado el coronavirus más en serio y no cree que haya dicho la verdad sobre la pandemia.
La salida inesperada del hospital el domingo para saludar a sus simpatizantes demostró, además, que la principal preocupación del presidente es proyectar una imagen dominante al público, pasando por encima de la gravedad de una enfermedad altamente contagiosa y mortal.
Si Trump evoluciona como dicen sus médicos debería volver esta semana a una campaña en la que todas las opciones siguen abiertas bajo los tres mismos ejes: la crisis social y económica provocada por el coronavirus, la tensión racial en la calle y las dudas crecientes acerca de la disposición del presidente a aceptar una eventual victoria de Biden.
La reelección es el único resultado que Trump considerará legítimo y el único eje de campaña en el que se volcará.
Nadie sabe que sucederá en los próximos días. Lo seguro es que el virus de la campana que infectó a Trump no le dará una cura intensiva de humildad, virtud que desconoce por completo, pero si despertará a la realidad a sus seguidores, muchos de ellos negacionistas de la gravedad de la pandemia.
Es muy posible que salga bien de esta. Pero deberá enfrentar los efectos políticos e institucionales inéditos en medio de una campaña electoral que todavía promete mayores sorpresas.
Por otro lado la noticia de que Trump dio positivo de covid-19 resonó en Instagram, Twitter, Facebook y en TikTok, donde los internautas recordaron los comentarios desdeñosos del mandatario sobre el peligro de la enfermedad.
«Si sobrevive va a ser insoportable, si muere entonces va a pasar a ser un mártir». Y el vicepresidente Mike Pence, segundo en la línea de poder, «no es mucho mejor», fue uno de los comentarios.