Todos tenemos conocimiento, en mayor o menor medida, de aquel hito histórico en el que una era dominada por dinosaurios terminó abruptamente a causa del inesperado y mortal impacto de un asteroide. Hoy somos testigos presenciales de otra potencial extinción: la de la anquilosada política tradicional que, como en su momento aquellas criaturas prehistóricas, sucumbe ante la destructiva aparición del mortal covid-19.
Porque, posiblemente, una de las lecciones fundamentales que nos deje esta pandemia es que la gestión del Estado y de los recursos que pertenecen a todos, no pueden seguir en manos de mentalidades políticas obsoletas y desconectadas del conocimiento actual.
Necesitamos un sistema educativo y de salud, una economía y una cultura inmersas en la revolución tecnológica que tomó, con la aparición de este nuevo coronavirus, velocidades vertiginosas.
Y en este inédito escenario, blockchain, big data, inteligencia artificial, internet de las cosas y computación en las nubes, entre otras, son las palabras que dominarán el lenguaje de esta urgente Nueva Política. No podemos seguir ignorando el potencial de estas tecnologías en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de hoy.
¡Que los cavernícolas regresen a sus cuevas particulares! Porque en el mundo post pandemia, los países que asuman el reto de integrar la tecnología y el accionar político serán los que logren recuperarse más rápidamente y encaminarse a nuevos niveles de desarrollo.
